(Bloomberg) El problema no se reduce a la popular pasta para untar Marmite en el Reino Unido.

La disputa pública de Unilever con Tesco por la pasta de extracto de levadura ha acaparado titulares en Reino Unido, pero el tira y afloja ha eclipsado una ralentización global a gran escala en el negocio de los bienes de consumo que va a tardar en acabarse.

Nestlé SA recortó el jueves su previsión de ventas para este año, en un momento en que los mercados emergentes y EEUU bajan y las exportaciones de productos de repostería (amenazados por los impuestos al azúcar y otros movimientos en favor de una alimentación saludable) declinaban por primera vez en más de dos años. Esto se suma a la admisión por parte de Danone de que la comida para bebés, su motor de crecimiento desde hace años, se ha desacelerado en el tercer trimestre debido a la subida de impuestos en China, mientras que Reckitt Benckiser Group Plc lidia con los boicots en Corea del Sur después de que se relacionaran productos suyos con muertes de consumidores. Unilever, entretanto, declara que sus clientes en Latinoamérica se han reducido, tras la subida de precios, en el mayor porcentaje en cuatro años, lo que ha conducido a su primera bajada de volumen de ventas desde 2014.

“La situación está difícil para el sector de bienes de consumo, y no parece que se haya superado el bache”, ha declarado Martin Deboo, analista en Jefferies.

Las noticias han preocupado a los inversores, que suelen considerar los productos de primera necesidad como valores seguros cuando las condiciones económicas se vuelven volátiles. Las acciones de Nestlé cayeron hasta un 2 por ciento el jueves, Unilever ha bajado un 4 por ciento a lo largo de la semana pasada y Reckitt Benckiser redujo sus ganancias de este año más de un 2 por ciento el miércoles. El índice Stoxx 600 de bienes de consumo ha caído un 2,6 por ciento este año.

Relojes, vestidos

Esta ralentización llega pisando los talones a los achaques del sector del lujo, que comenzaron el año pasado y han dañado a los fabricantes de ropa de lujo y relojes suizos caros. Uno de los grandes culpables ha sido el miedo de los turistas a ataques terroristas en núcleos de compras como París, pero los vientos en contra a los que se enfrentan Unilever, Nestlé y sus pares son más prosaicos: la presión deflacionaria en Europa y EEUU, la inflación en los mercados emergentes, la aparición de nuevas normativas y, en el caso de Reckitt Benckiser, la malograda introducción en el mercado de un dispositivo para eliminar las durezas de los pies.

El director general de Nestlé, Paul Bulcke, declaró a los analistas que retirarían la subida de precios de sus productos, ya que consideran que aumentar el volumen es más importante. Las declaraciones de Bulcke llegan después de que Unilever efectuara su mayor subida de precios trimestral en cuatro años, dirigida a mercados como Brasil y Argentina, donde la devaluación ha disparado los costes de producción. La subida ha ahuyentado a los compradores, provocando una bajada de un 5 por ciento en el número de unidades vendidas en Latinoamérica.