Escocia rechazó la independencia por un margen de 10 puntos porcentuales en una votación de 2014 y los sondeos indican que el respaldo no cambió significativamente desde entonces.

El Parlamento británico -donde la primera ministra Theresa May tiene mayoría- decide si Escocia puede celebrar un segundo plebiscito. No obstante, si May se niega a permitir una votación podría generar una crisis constitucional.

Nueve meses después de que los británicos decidieran abandonar la Unión Europea, el Parlamento aprobó definitivamente la ley para iniciar el Brexit.

Tras esta votación simbólica, el gobierno semiautónomo advirtió que Escocia no será “humillada”.

Escocia apoyó por mayoría la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea, aunque los británicos, en general, apostaron por abandonar el bloque en un referéndum, llamado Brexit, realizado en junio.

Tras el Brexit, Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa, presentó un proyecto de ley al Congreso para convocar a un segundo referéndum por la independencia.

Nicola Sturgeonque, que ha relanzado el proyecto de un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia, fustigará este jueves el Brexit “duro”, es decir, con un control estricto de la inmigración, sinónimo de acceso restringido al mercado único europeo.