The Economist: TPP en la recta final

A pesar de sus imperfecciones, el Acuerdo Trans-Pacífico (TPP) será el mayor tratado comercial en años. Es una buena noticia para el mundo.

Penang (Malasia).- Tras cinco años de negociaciones, 29 capítulos de densas reglas y cientos de líneas arancelarias, los negociadores todavía debaten sobre el texto que establecerá una nueva zona comercial en el océano Pacífico que vinculará a doce países: Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.

Pero Penfabric, una empresa textil en Penang, al noroeste de Malasia, no está esperando: en una de sus plantas, unas banderitas amarillas distinguen los rollos de tela de alta gama de los tejidos menos elaborados. Esas señales han comenzado a multiplicarse recientemente.

“Necesitamos estar a tono con lo que Estados Unidos demanda”, sostiene su director gerente, H.S. Teh.

El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), es el tratado de libre comercio más ambicioso en años y si se concretiza, será el mayor de la historia pues sus miembros representan cerca del 40% de la economía mundial.

Los países que lideran las negociaciones quieren fijar un nuevo estándar de lo que los TLC cubren y están tomando en consideración la maraña de regulaciones que han reemplazado a los aranceles como el principal obstáculo para el libro flujo de bienes. Es el caso de los requisitos de normas de origen para determinar qué porcentaje de un producto debe contener insumos locales.

Semana clave
Luego de repetidos fracasos para alcanzar TLC globales —la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha virado su enfoque a sectores específicos en lugar de acuerdos integrales—, el TPP sí presenta una buena chance de éxito. Se espera que la reunión de ministros de Comercio en Maui (Hawái, Estados Unidos), que empieza hoy y culmina el viernes, ponga los toques finales al acuerdo.

Aún es difícil calibrar los beneficios exactos del TPP, sobre todo porque las negociaciones continúan siendo confidenciales. Sus críticos lamentan la falta de transparencia, aunque hubiera sido perjudicial hacerlas públicas. Los gobiernos de los doce miembros dispondrán de varios meses para revisar el texto final antes de decidir su aprobación.

Incluso si se conociesen los detalles, seguiría siendo difícil evaluar el impacto. El estudio más serio, publicado por el Instituto Peterson para la Economía Internacional, estima que para el 2025, el TPP habrá incrementado el PBI de sus integrantes en US$ 285,000 millones. Pero como ocurre con cualquier modelo económico, la realidad es más compleja.

Los beneficios podrían ser menores si las dispensas arancelarias mitigan su impacto —es el caso de Japón, que sigue intentando proteger de la importación a sus “sacrosantos” alimentos como arroz, trigo y carne—, aunque los efectos de rebote podrían generar grandes ganancias si, por ejemplo, la industria vietnamita se vuelve más eficiente.

Más que aranceles
No obstante, tratar de precisar el valor exacto del acuerdo pasa por alto los principales objetivos del TPP. En primer lugar, porque se supone que crecerá y tendrá más miembros: Corea del Sur, Filipinas, Tailandia y Taiwán han expresado su interés y la esperanza es que, a la larga, también atraiga a China. Es que si la zona se amplía, los beneficios serían mayores.

En segundo lugar, el TPP no se ocupará únicamente de reducir aranceles (que ya son bajos tras años de liberalización comercial) sino de fijar nuevas reglas para el comercio global.

Al dejarse de lado a China, en cierta medida Estados Unidos ha direccionado las negociaciones a su favor. Si bien las empresas estatales de Malasia o Vietnam desean defender sus feudos, no poseen el peso para presionar con la misma fuerza que habrían tenido sus pares chinas.

Pero si el TPP es puesto en marcha y resulta exitoso, China se sentiría obligada a integrarse, o al menos negociar pactos con estándares similares. “Si China no promueve sus propias ideas sobre el comercio, será influenciada por las de otros”, sostiene Zhou Mi, investigador de una entidad del Ministerio de Comercio de ese país.

Temas delicados
Las reglas que Estados Unidos propugna han enfrentado críticas, algunas válidas y algunas no. Particularmente controversial ha sido la exigencia de las grandes farmacéuticas de un congelamiento de doce años para el intercambio de data de un grupo de medicinas llamadas “biológicas”, bajo el argumento de que se necesita impulsar más innovación.

Grupos como Médicos sin Fronteras señalan que esta medida sería excesiva y dificultaría el desarrollo de alternativas más baratas que son necesitadas por países pobres. Gente al tanto de las negociaciones indica que es probable que el periodo de exclusividad para la data sea reducido, quizás a siete años.

Otras reglas generan más consenso. Algunos economistas han observado el enfoque del TPP en la propiedad intelectual y su mecanismo para permitir que los inversionistas entablen juicios contra los estados, y concluyeron que se trata más de una agenda política que de un tratado de libre comercio.

Pero tales disposiciones no son exclusivas del TPP, y es elogiable su audacia en abordar las reglas que lastran el comercio global. Las empresas que tienen plantas en diferentes países saben que las normas de origen pueden ser tan distorsionadoras como los aranceles. “En el sudeste de Asia, prácticamente solo se puede fabricar autos en el país donde se quiere venderlos”, dice Matt Hobbs, vicepresidente de Relaciones con el Gobierno de General Motors.

Las negociaciones del TPP comenzaron el 2010 y hasta en sus semanas finales podría haber drama. Algunos piensan que Canadá podría retirarse si no se protege su producción láctea y Malasia podría no ser incluida debido a la preocupación de Estados Unidos por el tráfico de personas existente en dicho país.

Además, el congreso estadounidense podría frustrar el acuerdo, aunque las ganancias que podrían obtener los sectores cárnico, automotor y farmacéutico deberían inclinar la balanza a favor. Japón también enfrentará oposición local si abre sus puertas al comercio agrícola.

Pero como es un centro de innovación, tiene un fuerte interés en el TPP, aparte que ha sido un aliado crucial para Estados Unidos en sus exigencias por reglas comerciales más rigurosas, señala Matthew Goodman, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

El síndrome de China
Para que el TPP genere un impacto significativo, tendrá que tener más miembros. Dejar de lado a China fue oportuno para diseñar el acuerdo, pero no es recomendable mantenerla excluida. China es el mayor productor industrial del mundo y cualquier zona comercial asiática sin este país enfrenta uno de dos destinos penosos.

El primero, porque tiene un papel central en la cadena de suministros asiática y dado que el acuerdo está plagado de dispensas, se volvería inservible. El otro, porque si la zona adquiere fuerza, haría que el intercambio se desvíe de las compañías chinas más eficientes, lo cual dañaría la economía global.

Es probable que el TPP afronte ambos problemas. En textiles, por ejemplo, las empresas vietnamitas y malasias esperan que se les permita continuar tercerizando la fabricación de telas en países como China e India, si otros miembros del acuerdo no pueden producirlas. Esta dispensa podría ser muy amplia.

Entretanto, los fabricantes de prendas de vestir vietnamitas y malasios admiten que la exclusión de los bienes finales chinos les ayudará a protegerse de su principal competencia —lo cual no es precisamente un ideal del libre comercio—.

Sin embargo, en otras áreas el TPP podría tener efectos positivos. Las reglas para proteger los derechos laborales, fortalecer las salvaguardias ambientales y limitar los subsidios a las empresas estatales serán más profundas que las de cualquier otro tratado comercial.

Los funcionarios chinos, que antes veían el TPP como una táctica para aislar a su país, ahora dan señales de querer integrarse. “No será el patrón oro del que han estado hablando y tendrán suerte de obtener uno de plata. Quizás será de bronce”, opina Jayant Menon, del Banco Asiático de Desarrollo. Considerando que otros ambiciosos tratados comerciales están acumulando polvo, incluso un TPP de bronce resplandecerá.

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez

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