(Reuters).- Rebeldes prorrusos derribaron un helicóptero ucraniano en medio de fuertes enfrentamientos cerca de la ciudad oriental de Slaviansk, y Ucrania envió fuerzas especiales a Odesa para detener una expansión de la rebelión hacia el este del país.
Ucrania dijo que la fuerza de Odesa, basada en “activistas civiles”, reemplazaría a la policía local que había fallado en controlar las acciones rebeldes el fin de semana.
El envío fue una señal de Kiev de que, aunque aborde la rebelión en el este de la nación, resistiría con fuerza cualquier señal de que el conflicto pueda derivar en una guerra civil más amplia.
Odesa, un puerto ubicado en el sudoeste del país donde convive una mezcla de ciudadanos rusos, ucranianos, georgianos y tártaros, estaba tranquila. Banderas ucranianas flameaban a media asta por los funerales de las docenas de personas muertas en los enfrentamientos del viernes.
Pero en el este, los combates se intensificaron alrededor del bastión prorruso de Slaviansk, una ciudad de 118,000 habitantes, donde los rebeldes realizaron una emboscada a fuerzas ucranianas hoy más temprano.
El Ministerio del Interior de Ucrania dijo que cinco policías paramilitares ucranianos murieron en los enfrentamientos. Separatistas informaron que cuatro de sus seguidores también habían muerto.
En tanto, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia instó a Kiev a “detener el derramamiento de sangre, retirar las fuerzas y finalmente sentarse en la mesa de negociación para comenzar un diálogo normal sobre las formas de resolver la crisis política”.
Rusia niega las acusaciones ucranianas y occidentales de que esté buscando debilitar al país de 45 millones de habitantes y de usar fuerzas especiales para liderar la insurgencia a través de su frontera, como hizo antes de anexionar Crimea en marzo.
La violencia en Odesa marcó un punto de inflexión para Ucrania, puesto que aumentó los temores de que el conflicto pueda extenderse a la capital.
Más de 40 personas murieron en los enfrentamientos del viernes, los peores desde que el presidente prorruso Viktor Yanukovich huyó a Moscú en febrero en medio de protestas de ucranianos, que demandaban lazos más cercanos con Europa.
La pérdida de control de Odesa podría ser un enorme golpe económico y político para Ucrania, un país del tamaño de Francia que comparte sus fronteras con varios países de la OTAN y alberga esperanzas de unirse a la alianza militar, algo que es una fuente de preocupación para el Kremlin.