Decisión de la FIFA sobre Mundiales 2018 y 2022 despertó a un gigante estadounidense

La experiencia que vivieron los estadounidenses con la FIFA hace cuatro años y medio les hizo abrir los ojos al problema…

Los días de Sepp Blatter en la cúpula de la FIFA están contados.
Los días de Sepp Blatter en la cúpula de la FIFA están contados.

(Bloomberg View).- Estados Unidos no es la nación más aficionada al fútbol en el mundo. Sin embargo, son las autoridades estadounidenses las que están repentinamente al frente de un golpe contra el ente máximo del fútbol mundial. Ayer acusó a nueve ex y actuales funcionarios de la FIFA por presuntamente ser parte de una red de corrupción que se ha llevado a cabo desde hace 24 años.

¿Por qué sucedería esto? Tal vez la experiencia que vivieron los estadounidenses con la FIFA hace cuatro años y medio les hizo abrir los ojos al problema. El 2 de diciembre del 2010, el comité ejecutivo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado decidió mediante votación realizar la Copa del Mundo del 2018 en Rusia y la del 2022 en Qatar. En el proceso de selección, los rivales más fuertes de estos países fueron el Reino Unido y los EE.UU., respectivamente.

El primer ministro británico, David Cameron, se mostró apenado por la sorpresiva derrota de su país. Dijo que estaba “muy decepcionado” y señaló que la propuesta de Inglaterra había recibido la mejor evaluación técnica de la FIFA. “Resulta que no es suficiente”, Cameron lamentó en ese entonces. El presidente Barack Obama, por el contrario, se limitó a calificar la decisión de la FIFA como “equivocada”. (El expresidente Bill Clinton, que había presentado la campaña de Estados Unidos en Zúrich, habría reaccionado a la noticia lanzado un adorno a un espejo de pared, rompiendo el cristal.)

La reacción de Cameron y la reserva de Obama podrían ser fácilmente explicadas por la relativa popularidad del fútbol en sus dos países. Solo 27 millones de personas en los EE.UU. observaron la final de la Copa del Mundo 2014, en comparación con las 20 millones en el Reino Unido, que tiene una quinta parte de la población estadounidense. Era también comprensible que los medios de comunicación británicos, en los años después de la votación, mantuvieran una presión sobre la FIFA. The Sunday Times obtuvo una serie de documentos que daban cuenta de “corrupción a gran escala” en el órgano que rige el fútbol mundial.

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[Qatar necesita construir nueve de los doce estadios requeridos para el Mundial 2022. Foto: AP]

Sin embargo, nada de esto hizo algún daño a Sepp Blatter, quien está a punto de cumplir su cuarto mandato consecutivo de cuatro años como presidente de la FIFA. En el 2012, la FIFA contrató al exfiscal federal Michael García para investigar las acusaciones de corrupción y, dos años más tarde, García entregó un informe de 350 páginas. Pero la FIFA no lo publicó en su totalidad, aduciendo que este no contenía nada que requeriría votar de nuevo en los casos de Rusia o Qatar. Poco después, Blatter anunció su decisión de postular a la presidencia de la FIFA para un quinto mandato.

Luego estalló la bomba estadounidense: la policía suiza detuvo a seis funcionarios de la FIFA en el lujoso hotel Baur au Lac de Zúrich, donde se habían registrado antes de la votación, y luego arrestó a otro funcionario. Los siete ahora esperan por su proceso de extradición a los EE.UU.

Resultó que mientras los fanáticos, políticos y periodistas en el Reino Unido maldecían a la FIFA –y, después de que un avión de pasajeros fuera derribado por combatientes a favor de Rusia sobre el este de Ucrania, lo que motivó al entonces primer ministro adjunto británico Nick Clegg pedir que le quiten a Rusia el derecho de ser sede del Mundial 2018 – las autoridades fiscales y del FBI de EE.UU. estaban desenredando de forma silenciosa la red de corrupción de la FIFA.

La investigación, según la Oficina Federal de Justicia de Suiza, se inició en el 2011 –poco después de la fallida campaña de Estados Unidos. Al parecer, el fracaso alertó a las autoridades de ese país sobre sospechosos manejos en la FIFA. La propuesta estadounidense tenía obvias ventajas respecto a la de Qatar. Mientras que el pequeño estado del Golfo no tenía infraestructura futbolística de qué hablar –iba a necesitar construir nueve estadios de los 12 requeridos– los EE.UU. habían ofrecido 18 estadios completamente funcionales. También ofreció el doble de habitaciones de hotel que Qatar y un clima que habría permitido jugar el torneo en el verano, como es habitual, en lugar de noviembre, como requieren las condiciones climáticas de Qatar.

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[¿Será el fin del juego para Sepp Blatter? Foto: AP]

A diferencia de los países europeos, los EE.UU. nunca pidieron oficialmente una nueva votación. Sin embargo, sí acusó a funcionarios de la FIFA del hemisferio occidental, que supuestamente hicieron contratos en los EE.UU. y utilizaron bancos estadounidenses. En lugar de quejarse y acusar, en otras palabras, salió con las armas listas justo cuando Blatter estaba a punto de ganar su quinto mandato como presidente de la FIFA.

Walter De Gregorio, portavoz de la FIFA, dijo ayer que Blatter estaba “relajado”, porque la propia FIFA había pedido una investigación en Suiza sobre sus asuntos, que se ejecuta en paralelo a la estadounidense. Pere ese no es el mayor problema de Blatter. Cuando la fiscal general estadounidense Loretta Lynch habla de corrupción “descontrolada, sistémica y arraigada” en la FIFA, y el Departamento de Justicia advierte que las acusaciones “no son el capítulo final”, significa que la justicia estadounidense está tratando de desmantelar la acogedora y antigua jerarquía que Blatter ha sabido mantener desde que se unió a la FIFA en 1975. Por delante tenemos más escándalos y arrestos, y Blatter no será capaz de barrerlos bajo la alfombra.

“El juego está en nosotros”, dijo Obama en su mensaje al comité ejecutivo de la FIFA en diciembre del 2010. Los Estados Unidos pueden no estar listos para luchar por el campeonato mundial de fútbol, pero si pierden, quieren hacerlo de una forma justa. Blatter ahora tendrá que reconocer que él y el sistema que ha construido han fracasado. Él todavía puede contar con el apoyo de la mayoría de los 209 miembros de la FIFA y, si la votación se realiza el viernes (la FIFA dice que será así), él todavía puede ganar. Sin embargo, sus días en la cúpula de la FIFA están contados.

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