(Bloomberg) Meteorólogos de Estados Unidos dicen que es menos probable que este año ocurra La Niña, el fenómeno que altera el clima y podría secar cultivos en Brasil y desencadenar más huracanes en el Atlántico.
Los meteorólogos dicen que hay un 55% a 60% de probabilidades de una aparición de La Niña en el invierno del hemisferio norte, en comparación con el 75% del mes pasado, dijo el jueves el Centro de Pronóstico Climático de Estados Unidos en un informe. Se mantiene la vigilancia en relación con una aparición de La Niña.
En el pasado La Niña ha causado sequía en el sur de Brasil, uno de los principales productores de soja, y fuertes lluvias en Malasia que han dificultado la cosecha de cultivos destinados a aceite de palma. En Estados Unidos el fenómeno ha causado inviernos más fríos, lo que ha incrementado la demanda de gas natural.
“Todavía pensamos que La Niña ocurrirá. Aún hay señales en esa dirección”, dijo Michelle L’Heureux, meteoróloga del Centro de Pronóstico Climático de College Park en Maryland.
La Niña también puede disminuir las cortantes de viento en el Atlántico tropical, permitiendo que se formen más huracanes. Las cortantes de viento, vientos que soplan en direcciones opuestas o velocidades diferentes a diferentes altitudes, a menudo ponen fin a sistemas tropicales.
Antes de que los meteorólogos puedan confirmar una aparición de El Niño o La Niña, deben constatarse los cambios correspondientes entre las temperaturas de la atmósfera y el océano durante al menos un mes y estimarse que se prolongarán.
Calor global
El Niño del año pasado fue uno de los tres más fuertes de los que se tenga registro y generó las temperaturas globales más altas en más de 130 años, según los Centros Nacionales de Información Ambiental de Estados Unidos en Asheville, Carolina del Norte.
Las probabilidades de que La Niña ocurra disminuyeron porque los meteorólogos no han observado una reacción de la atmósfera sobre el océano, dijo L’Heureux. Previo a El Niño del año pasado, hubo períodos en que la temperatura del océano cumplió con las requisitos sin que la atmósfera reaccionara.
“Siempre es la atmósfera”, agregó L’Heureux. “La atmósfera está mucho menos restringida. El océano es una gran masa de agua, por lo que no se puede mover tan rápidamente. Una vez que algo empieza en el océano, es prácticamente imparable”.
Es posible que la atmósfera no haya reaccionado por el encuentro de aguas cálidas y frías en el Pacífico, dijo L’Heureux. Una franja de agua más fría que se extiende hacia el oeste desde Sudamérica a lo largo del Ecuador va acompañada de mares cálidos al norte y al sur”.