Millones de jóvenes estudiantes de países con ingresos bajos y medianos se enfrentan a la posibilidad de pérdida de oportunidades y salarios inferiores más adelante en sus vidas porque sus escuelas primarias y secundarias no están logrando educarlos para tener éxito en la vida.
Un nuevo informe del Banco Mundial, que advierte de una “crisis de aprendizaje” en la educación global, sostiene que la educación sin aprendizaje no sólo es una oportunidad desperdiciada de desarrollo, sino también una gran injusticia para los niños y jóvenes de todo el mundo.
El Informe sobre el Desarrollo Mundial 2018: “Aprender a cumplir la promesa de la educación” manifiesta que sin aprendizaje, la educación no cumplirá su promesa de eliminar la pobreza extrema y crear oportunidades y prosperidad en común para todos. Incluso después de varios años en la escuela, millones de niños no saben leer, escribir o hacer matemáticas básicas.
Según el informe, esta crisis de aprendizaje está ampliando brechas sociales en lugar de reducirlas. Los jóvenes estudiantes que ya están en desventaja debido a la pobreza, conflictos, género o alguna discapacidad alcanzan la edad adulta sin los conocimientos más básicos de la vida diaria.
“Esta crisis de aprendizaje es una crisis moral y económica”, dijo el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim. “Cuando se brinda de buena manera, la educación ofrece a los jóvenes empleo, mejores ingresos, buena salud y una vida sin pobreza. Para las comunidades, la educación promueve la innovación, fortalece las instituciones y fomenta la cohesión social. Pero estos beneficios dependen del aprendizaje, y la escolarización sin aprendizaje es una oportunidad perdida. Más que eso, es una gran injusticia: los niños en las sociedades que más fracasan son los que más necesitan una buena educación para tener éxito en la vida”.
El informe recomienda medidas concretas de política para ayudar a los países en desarrollo a resolver esta grave crisis de aprendizaje en las áreas de evaluaciones de aprendizaje más fuertes, utilizando pruebas de lo que funciona y lo que no sirve para orientar la toma de decisiones educativas; y movilizar un fuerte movimiento social para impulsar cambios educativos que promuevan el “aprendizaje para todos”.
Según el informe, cuando a los estudiantes de tercer grado en Kenia, Tanzania y Uganda se les pidió hace poco leer una frase como “El nombre del perro es Puppy” en inglés o en kiswahili, tres cuartas partes no entendieron lo que decía. En la India rural, casi tres cuartas partes de los estudiantes en el tercer grado no podían resolver una resta de dos dígitos como “46 menos 17”; y en el quinto grado, la mitad todavía no podía hacerlo. Aunque las habilidades de los brasileños de 15 años de edad han mejorado, a su ritmo actual de mejora ellos no alcanzarán el promedio de los países ricos en matemáticas en 75 años. En lectura, se necesitarán 263 años.
Estas estadísticas no representan a 260 millones de niños que, por razones de conflicto, discriminación, discapacidad y otros obstáculos, no están matriculados en escuelas de educación primaria o secundaria.
Si bien no todos los países en desarrollo sufren tales brechas extremas de aprendizaje, muchos de ellos están muy lejos de los niveles a los que aspiran.
Las principales evaluaciones internacionales sobre alfabetización y aritmética demuestran que el estudiante promedio en países pobres rinde peor que el 95% de los estudiantes de países de altos ingresos, lo que significa que ese alumno tendría que llevar una clase de nivelación en estos últimos países. Muchos estudiantes de alto desempeño en países de ingresos medios (hombres y mujeres jóvenes que logran estar en el cuarto superior de sus grupos) ocuparían el cuarto inferior en un país más rico.
El informe, escrito por un equipo dirigido por los economistas líderes del Banco Mundial, Deon Filmer y Halsey Rogers, identifica qué lleva a estos déficit de aprendizaje, no sólo las maneras en que la enseñanza y el aprendizaje colapsan en varias escuelas, sino también las fuerzas políticas más profundas que causan la continuación de estos problemas.
El informe señala que cuando los países y sus líderes hacen del “aprendizaje para todos” una prioridad nacional, las estándares de educación pueden mejorar radicalmente. Por ejemplo, de ser un país devastado por la guerra con tasas de alfabetización muy bajas en la década de 1950, Corea del Sur logró en 1995 la inscripción de todos sus alumnos en escuelas secundarias de alta calidad.
En el 2012, los resultados de Vietnam en el examen PISA de la OCDE para estudiantes de secundaria en las áreas de matemáticas, ciencias y lectura, mostraron que sus jóvenes de 15 años rendían al mismo nivel que en Alemania, a pesar de que Vietnam es un país mucho más pobre.
Entre el 2009 y 2015, el Perú logró el crecimiento más rápido en resultados generales de aprendizaje, debido a una acción política concertada. En varios países (como Liberia, Papua Nueva Guinea y Tonga) la lectura en los primeros años de escuela mejoró sustancialmente en muy poco tiempo, debido a esfuerzos enfocados basados en pruebas.
“La única manera de progresar es ‘encontrar la verdad de los hechos’. Si los dejamos, los hechos sobre la educación revelan una verdad dolorosa. Para muchos niños, la escolarización no significa aprender”, dijo Paul Romer, economista jefe del Banco Mundial.
Basándose en pruebas y consejos reunidos durante amplias consultas en 20 países, con gobiernos, organizaciones de desarrollo e investigación, OSC y el sector privado, el informe ofrece tres recomendaciones de política:
En primer lugar, se debe evaluar el aprendizaje para que puede convertirse en un objetivo mensurable. Sólo la mitad de todos los países en desarrollo tienen indicadores para medir el aprendizaje al final de la escuela primaria y secundaria inferior.
Las evaluaciones estudiantiles bien diseñadas pueden ayudar a los maestros a guiar a los estudiantes, mejorar la administración del sistema y enfocar la atención de la sociedad en el aprendizaje. Estas medidas pueden ayudar a orientar las decisiones políticas nacionales, seguir el progreso y hacer énfasis en los niños que quedan rezagados.