BBVA: "El 2013 termina con la impresión de que muchos 'juegos' ante la crisis se han gestionado mejor"

La entidad considera que el arreglo fiscal en EE.UU., el acuerdo sobre la unión bancaria en Europa, la serie de medidas de reforma estructural anunciadas en China y por anunciar, ojalá que pronto, en Japón, son buenas señales en la dirección correcta.

(Reuters)
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2013, ¿el año que los trucos se convirtieron en tratos?

Jorge Sicilia, economista jefe del Grupo BBVA

Trick or treat es el juego con el que muchos niños se divierten el 31 de octubre durante la celebración de Halloween, yendo disfrazados de casa en casa para reclamar regalos o dulces a cambio de no dar un susto. Por treat se suele entender dulce y por trick, la amenaza de no cometer una maldad. La traducción al español es “truco o trato”, pero también “dulce o truco” o “dulce o susto”.

Los niños aprenden, mientras juegan, que la amenaza de un premio o de un castigo cambia el comportamiento de los individuos. Pedro no le da un dulce a Guillermo, ¡pues susto que Guillermo le da! Así, la próxima vez que venga otro niño con esa amenaza, es más que probable que Pedro le de un dulce. Mensaje para los niños: los incentivos cambian el comportamiento de la gente y, al hacerlo a lo largo del tiempo, en muchos casos también cambia el comportamiento del conjunto de individuos.

El juego de los niños en Halloween es una simplificada, tosca y divertida aproximación al papel que desempeñan los incentivos en las sociedades; pero con reglas de niños en sociedades que los cuidan, a través de premios suaves y con un principio básico que siempre se debe cumplir en el juego, a saber: los niños disfrazados para asustar, amenazan con hacer una maldad, pero suave; al tiempo que los adultos terminan dando el dulce, aunque sólo sea para no perder el tiempo abriendo la puerta. Ni los dulces son un regalo caro, ni los sustos van más allá de una amenaza divertida, de una broma.

Si, por ejemplo, los niños quemaran la casa o si los adultos no les dieran un dulce pese al susto o, llegado el caso, insultaran a los niños, tengan por seguro que el juego no se repetiría, acabaría. Y esta es otra lección del juego que los niños aprenden y que los adultos enseñan. Si el susto del niño es muy severo, o la reacción del adulto excesiva, a lo mejor acabaría en algunas zonas esa tradición de Halloween. Y esa es una lección importante para los infractores y para los que sancionan. Es un juego que también enseña algo sobre la convivencia.

La vida real es algo más complicada, pero este juego puede servir para explicar algunos episodios recientes. Desde 2009 hemos asistido, sentados en primera fila por cierto, a juegos repetidos entre países y actores políticos para enfrentar la crisis que se patentizó en 2008 y que, a menudo, ha parecido jugarse con el descaro de un juego de niños que incumplían las reglas, y con reacciones que parecían más un castigo, reacciones más para derrotar que para enseñar. En fin, juegos de adultos, con reglas que iban cambiando: juegos difíciles.

La construcción de las nuevas reglas de convivencia en Europa, mientras se arreglan los graves problemas en algunos países, y el debate fiscal en Estados Unidos son juegos que han parecido, en los últimos años, de “susto o trato”, pero tan mal jugados, que a veces parecía que podían acarrear consecuencias muy graves. En otra división podemos colocar los intentos de China de transformarse a sí misma para seguir creciendo y aumentar el nivel de vida de sus habitantes, y de Japón y su lucha contra la deflación y el crecimiento nominal que dificultan el pago de la deuda. Se ha empezado por aceptar que existen y se ha seguido por intentar solucionarlos.

El año 2013, sin embargo, termina con la impresión de que esos juegos se han jugado mejor. El arreglo fiscal en EEUU, el acuerdo sobre la unión bancaria en Europa, la serie de medidas de reforma estructural anunciadas en China y por anunciar, ojalá que pronto, en Japón, son buenas señales en la dirección correcta.

Queda camino por recorrer, por supuesto. Europa sigue enfrascada en una transición, que se percibe más aguda en los países que sufren la fragmentación financiera. Respecto a EE.UU., conviene recordar que los arreglos no incluyen un acuerdo sobre el techo de la deuda, y siguen sin afrontarse los ajustes fiscales a largo plazo. También en China las medidas más difíciles están todavía pendientes de ejecutar; y en Japón, porque seguimos esperando que llegue esa tercera flecha de las reformas.

Al final, la incertidumbre continúa porque los problemas de la vida real no son un juego, porque su solución requiere ajustes y cambios donde va a haber perdedores y ganadores.

Pero con todo, se puede decir que 2013 ha sido el año en que los trucos se empiezan a convertir en tratos.

Un deseo para 2014: que aprendamos todos a jugar mejor y que afrontemos juegos algo más grandes. Que 2014 sea el año en que los tratos se cumplan para beneficio de todos y el periodo en que empezamos a enfrentar en serio los cambios que necesitamos en muchos países para aumentar el crecimiento de manera sostenible, y comenzar a atajar, solventar un problema que cada vez es más acuciante en este mundo que cambia tan rápido: la desigualdad.

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