BBVA Research: ¿En cuántas dimensiones económicas se puede segmentar América Latina?

Juan Ruiz, economista jefe para América del Sur del banco, hace un análisis de la región respecto a su dependencia del ciclo económico de Estados Unidos y del ciclo chino.

Las diferentes Latam

Por Juan Ruiz
Economista Jefe para América del Sur – BBVA Research

Cada vez resulta más difícil hablar sólo de una América Latina. Y es que hay varias dimensiones económicas en las que se puede separar a la región. Una división tradicional ha enfatizado la diferente sincronización con el ciclo externo. Según esta división, claramente tenemos a México y buena parte de América Central ligados al ciclo económico en EE.UU., mientras que América del Sur se encuentra muy relacionado con el ciclo chino, su influencia sobre la demanda exterior y sobre el precio de las principales materias primas de exportación.

Pero, crecientemente, hay otra manera de segmentar a América Latina, atendiendo a la apuesta o no por integrarse en la economía y los mercados financieros internacionales. Así, por un lado, tenemos a los países de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) que se han embarcado en un proceso no sólo de integración dentro de la Alianza sino también con la economía mundial, con una mirada especial hacia Asia emergente.

En contraposición, la mayoría de países de Mercosur (Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Uruguay y Paraguay) no han avanzado en la liberalización de su comercio con las principales áreas económicas. Así, por ejemplo, mientras todos los países de la Alianza del Pacífico ya tienen firmados acuerdos de libre comercio con EE.UU. y la Unión Europea —Chile y Perú también con China—, Brasil, el gigante de Mercosur, no tiene en este momento acuerdos comerciales con ninguno de ellos.

Esta apuesta por la integración con la economía mundial, las políticas económicas prudentes y el avance de las reformas (especialmente en México) se refleja, por supuesto, en unas mejores previsiones de crecimiento para la Alianza del Pacífico frente, por ejemplo, a Mercosur. Así, si bien esperamos que el crecimiento en América Latina aumente del 2.2% en 2013 al 2.5% en 2014, la heterogeneidad en la región será muy marcada. La Alianza del Pacífico crecerá un 3.8% en 2014, más del doble que Mercosur, que lo hará un 1.5%, un patrón de divergencia que continuará en 2015.

¿Qué hay acerca de la capacidad para sobrellevar el impacto de una menor liquidez global después de iniciada la disminución del estímulo monetario (tapering) por parte de la Reserva Federal? La clave será la capacidad de los países de diferenciarse del resto de economías emergentes, especialmente los que se ven como más vulnerables.

Precisamente, se constata que aquellos que muestran una mayor vulnerabilidad exterior, —medida, por ejemplo, por una mayor dependencia de los capitales de corto plazo para financiar su déficit por cuenta corriente—, son los que más han visto depreciarse sus monedas desde que se anunció el tapering por parte de la Fed en mayo de 2013. Y hacia adelante, el mercado parece seguir discriminando según los fundamentales: por ejemplo, las expectativas de depreciación del tipo de cambio en los próximos 12 meses son mucho mayores en Brasil, India, Indonesia o Sudáfrica, que en los países de la Alianza del Pacífico, que mantendrían unos tipos de cambio relativamente estables.

Con todo, incluso en los países de la región con buenos amortiguadores para soportar el tapering de la Fed, el principal riesgo interno lo constituye la posible autocomplacencia de las autoridades económicas. El contar con cierta protección frente a la volatilidad en el corto plazo no exime —incluso a los países menos vulnerables— de avanzar con las reformas de segunda generación. Para asegurar el crecimiento en el largo plazo resulta imprescindible pasar de las reformas de primera generación, las que permiten el crecimiento —las políticas fiscales y monetarias prudentes adoptadas en los años 90— a las reformas de segunda generación, que promueven el crecimiento.

¿Cuáles son esas reformas? Aquellas que sostienen el crecimiento de la productividad y que se deben centrar en la inversión en infraestructura, inversión en capital humano (a través de mejor educación y salud), aumento del ahorro para financiarlas, y la reducción de la informalidad para mejorar la distribución de esos beneficios en todas las capas de la población. En este sentido, habrá que estar muy atento al efecto demostración en el resto de la región del empuje reciente de las reformas en México.

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