(Bloomberg).- La inmigración es el tema del día. La derecha política, después de adherir a una política de laissez-faire en materia de inmigración –el presidente Ronald Reagan firmó una amnistía para los inmigrantes indocumentados y el presidente George W. Bush trató sin éxito de hacer lo mismo-, parece querer frenar el ingreso de nuevos inmigrantes. Incluso se apunta a la reducción de la inmigración legal.
Eso sería un gran error. Es necesario que haya un flujo continuo de inmigrantes para mantener a la creciente cantidad de jubilados estadounidenses, y se necesita el dinamismo emprendedor de los inmigrantes para combatir la caída en la formación de nuevas empresas.
Los adversarios de la inmigración exageran la amenaza cultural que ésta plantea: Estados Unidos sigue siendo muy hábil para integrar a los recién llegados. También exageran la amenaza al estado de derecho: la población de inmigrantes ilegales se reduce desde hace una década.
¿Y qué hay de la amenaza económica?
A algunos estadounidenses que no tienen un miedo visceral a los extraños, sin embargo, les preocupa la competencia salarial que generan los esforzados inmigrantes. Es una cuestión de sentido común –la lógica de la oferta y la demanda está grabada en la conciencia colectiva-. Si se inunda un mercado de trabajadores, el valor del trabajo bajará, ¿no es cierto?
Puede que sí o que no. Si un aumento de la población siempre hace caer los salarios, el Baby Boom habría llevado a la miseria al trabajador estadounidense. Cuando llegan nuevos trabajadores, a menudo nuevas empresas empiezan a aprovechar la repentina abundancia. En los Estados Unidos son con frecuencia los inmigrantes quienes crean esas nuevas empresas. Si el ritmo de expansión empresarial sigue el de la inmigración, los salarios de los estadounidenses no necesariamente bajarán.
Si los recién llegados son innovadores, los salarios de los nacidos en el país incluso podrían aumentar. Eso se debe a que los trabajadores innovadores como los ingenieros y los investigadores suelen complementarse. Las ideas circulan entre ellos, generando sinergias que hacen que todos los trabajadores innovadores sean más valiosos.
Es por eso que las agrupaciones tecnológicas son motores tan potentes de la economía de la innovación. Además, los inmigrantes altamente calificados hacen subir los salarios de los trabajadores nativos de baja calificación, dado que impulsan la demanda de los bienes y servicios que provee la clase trabajadora.
De modo que es esperable que veamos cierto impacto negativo de la inmigración de baja calificación en los salarios de los trabajadores estadounidenses de bajos salarios sin título universitario, pero el efecto será menor que el que indica la intuición. También es esperable que veamos que la inmigración de alta calificación hace subir los salarios de los trabajadores nativos de todos los sectores.
De hecho, eso es lo que muestra la evidencia. La Academia Nacional de Ciencias (NAS, por sus siglas en inglés) publicó hace poco un informe de 500 páginas sobre el impacto económico de la inmigración. Editado por Francine Blau y Christopher Mackie, el trabajo analiza una amplia evidencia empírica y recurre a los conocimientos de un panel de expertos.
Aunque el panel comprende a algunos de los más notables detractores de la inmigración, como George Borjas, de la Universidad de Harvard, el informe concluye que la entrada de inmigrantes plantea una amenaza económica relativamente pequeña:
“Cuando se lo mide a lo largo de un período de diez años o más, el impacto de la inmigración en los salarios de los trabajadores nativos en general es muy pequeño. (…) Hay pocas pruebas de que la inmigración afecte de manera significativa los niveles generales de empleo de los trabajadores nativos”.
Los estudios más convincentes, que utilizan ingresos aleatorios de inmigrantes –como el Éxodo del Mariel de 1980-, no muestran ninguna influencia negativa detectable de la inmigración de baja calificación en los salarios de los estadounidenses, ni siquiera en el caso de la clase trabajadora.
Otros estudios revelan un efecto negativo pequeño. Supongamos que Estados Unidos aumentara su fuerza de trabajo un 7.5% al permitir el ingreso de trabajadores de baja calificación. Eso representaría unos 12 millones de nuevos habitantes, que es aproximadamente la cifra de inmigrantes indocumentados que ahora viven en el país.
Los trabajos que cita el informe de la NAS calculan que los salarios de los estadounidenses que no completaron la escuela secundaria caerían entre un 0.75% y un 12.75%.
La incidencia no es enorme pero se trata de un impacto negativo que afecta a los estadounidenses más vulnerables en el plano económico. De modo que hay argumentos para limitar la inmigración de baja calificación para proteger a la clase trabajadora estadounidense.
Con la inmigración de alta calificación, la historia es otra. El informe de la Academia de Ciencias concluye que los inmigrantes calificados son un factor inequívocamente positivo tanto para los trabajadores estadounidenses de alto nivel educativo como para los de bajo nivel educativo:
“Varios estudios han observado un impacto positivo de la inmigración calificada en los salarios y el empleo tanto de los habitantes nativos que tienen educación universitaria como de aquellos que no la tienen. Esas conclusiones son congruentes con la visión de que los inmigrantes calificados a menudo se complementan con los trabajadores nativos”.
En otras palabras, si Estados Unidos permite el ingreso de ingenieros, programadores e investigadores de China, India y Camerún, elevará los salarios de los empleados estadounidenses de los sectores de la tecnología y los servicios por igual y creará nuevos puestos de trabajo para todos.
Es una buena noticia, porque la inmigración estadounidense se está inclinando rápidamente hacia los trabajadores altamente calificados, incluso sin un cambio de la política oficial del gobierno. En la mayoría de los estados, el nuevo inmigrante promedio ya no es un trabajador manual mexicano sino un trabajador asiático con alto nivel de educación.
Eso significa que la época en que los inmigrantes hacían caer los salarios estadounidenses por la competencia ha llegado a su fin. La mezcla actual de inmigrantes es beneficiosa para el empleo y los salarios de los estadounidenses.
Cortar ese flujo con actitudes xenófobas, restricciones legales o un discurso anti-inmigratorio que infunde miedo sería una herida autoinfligida para los Estados Unidos. El sistema actual beneficia a todos.
Por Noah Smith
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial ni la de Bloomberg LP y sus dueños.