Cuidado con las predicciones apresuradas sobre la próxima decisión de la Fed

Los argumentos en favor de un aumento de tasas se ven cuestionados por los indicadores recientes de debilidad del consumo y su impacto en los minoristas.

(Bloomberg) La fragilidad de la economía mundial , el debilitamiento de la situación en los Estados Unidos y las declaraciones recientes de algunos funcionarios de la Reserva Federal han llevado a una creciente aceptación de que el banco central no elevará las tasas de interés este año.

Pero quienes ahora pronostican que la Fed postergará el primer aumento de tasas en casi diez años hasta marzo de 2016 podrían estar haciendo una lectura equivocada del contexto interno e internacional más amplio.

Al limitar la demanda de exportaciones y enfriar los ingresos que reciben las empresas de las ventas al exterior, una economía mundial más débil tiende a frenar la expansión estadounidense. Pero la magnitud y el alcance de esos efectos parecen nimios en comparación con el impacto de los acontecimientos nacionales. De hecho, los funcionarios de la Fed sólo tomarían en consideración marginalmente la situación mundial si esa debilidad no estuviera contribuyendo a la inestabilidad de los mercados financieros.

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Por ejemplo, la preocupación económica por China provocó volatilidad financiera generalizada en las semanas que precedieron a la reunión de mediados de septiembre del Comité Federal de Mercado Abierto. Esas desordenadas bajas y altas especulativas de precios, junto con el contagio adverso entre clases de activos, fueron motivos importantes para que el banco central decidiera no aumentar las tasas en ese momento.

Ahora, los mercados de todo el mundo recuperaron algo de equilibrio y los vientos externos en contra no son tan fuertes, aun cuando el crecimiento todavía no se ha recuperado en China y el resto del mundo emergente.

En cuanto a la economía estadounidense, los argumentos en favor de un aumento de tasas se ven cuestionados por los indicadores recientes de debilidad del consumo y su impacto en los minoristas. Pero en esto también el contexto general es importante.

Tras arrancar con frustrante lentitud luego de la crisis, la economía estadounidense ha tenido un impresionante ciclo de creación de empleo. Pero que esos progresos continúen depende de cuestiones estructurales importantes que no pueden resolverse fácilmente por medio de la política de la Fed. Entretanto, las presiones salariales e inflacionarias están empezando a acumularse, aunque de un modo más bien moderado. Y distan de haberse disipado los temores por la excesiva asunción de riesgos –efecto secundario no buscado del prolongado empleo de políticas monetarias no convencionales por parte del banco central-.

Todo esto sugiere que, aun cuando un aumento de tasas en octubre casi con certeza puede descartarse, sería prematuro excluir por completo la posibilidad de una medida de la Fed en diciembre y más aún pronosticar que se la aplazará hasta marzo del año que viene. Sólo una cantidad mucho mayor de señales de debilidad en la economía nacional, así como la reaparición de la inestabilidad en los mercados financieros mundiales, harían de eso una apuesta segura.

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