(Bloomberg) Es hora de ser alcista en dos de las economías más flojas del continente americano: Brasil y Venezuela. Es lo que dice Jim Craige, responsable de deuda de mercados emergentes en Stone Harbor Investment Partners.
Stone Harbor se benefició con la recuperación de este año en los bonos brasileños después de adquirir gran cantidad de los títulos, dijo Craige, que colabora en la gestión de inversiones por US$ 35,000 millones. Si bien se deshizo “de una buena cantidad”, el gerente de fondos con sede en Nueva York todavía está “marginalmente” sobreponderado en Brasil.
“Todos echaron por la borda a Brasil. Nosotros lo analizamos y pensamos: esto es diferente –no es Zimbabue”, dijo Craige, que señala las abultadas reservas y los “sólidos respaldos financieros” del país sudamericano. “Tendría que caer un meteorito para que Brasil no honre su deuda externa”.
En lo que va del año, es una apuesta que ha dado frutos. Los bonos soberanos de Brasil rindieron 8.3%, casi tres veces el promedio para los mercados emergentes, según datos recopilados por JPMorgan & Chase Co. Esto ocurrió después de una caída del 13% el año pasado.
En lo que a Venezuela respecta, Craige, que tiene la mitad de su cartera de mercados emergentes en activos latinoamericanos, dice que los inversores sobrestiman el riesgo de cesación de pagos.
“El costo de un impago es astronómicamente mayor que el sufrimiento que les implica pagar la deuda”, dijo. Eso no significa, empero, que salga corriendo a comprar los bonos de Venezuela a 10 años. “Estamos comprando bonos que vencen en los próximos 6, 12 y 18 meses”.