Bajo un régimen de metas explícitas de inflación (MEI), el Banco Central de Reserva (BCR) anuncia una determinada meta de inflación (por lo general, definida como un rango), y deja en claro que sus acciones están dirigidas hacia el logro de la misma.
Por lo tanto, según Hugo Perea, gerente de Estudios Económicos del BBVA Research Perú, bajo este esquema el BCR cuenta con un grado adecuado de flexibilidad para reaccionar frente a un entorno cambiante, pero siempre sujeta al cumplimiento de la meta.
Esta característica – señala – es importante porque implica que la política monetaria puede emplearse para, por ejemplo, estimular la demanda cuando se enfrenta una desaceleración de la actividad, sin que ello imprima un sesgo inflacionario sobre la economía (se acota el riesgo de “populismo monetario”).
“Para que un esquema de MEI funcione adecuadamente usualmente se sostiene que deben cumplirse dos pre-requisitos básicos: i) Que no hayan consideraciones fiscales en la formulación de la política monetaria; ii) es la disposición y capacidad de las autoridades monetarias para no establecer objetivos sobre otras variables como el tipo de cambio para evitar enviar señales confusas sobre el grado de compromiso con la meta de inflación”, precisa.
En su opinión, se requiere reducir más el grado de dolarización de la economía. “La dolarización obliga al BCR a administrar la evolución del tipo de cambio, por lo que a veces se percibe que las autoridades monetarias persiguen un objetivo cambiario”.
En ese línea agrega que esto disminuye la potencia de la política monetaria sobre la demanda y, por lo tanto, su efectividad como herramienta para estabilizar el ciclo económico ya que una parte importante de las decisiones de gasto agregado se hace en una moneda (dólares) que el BCR no controla.