La informalidad a nivel de empresas es un problema latente en el Perú. Según el BCRP, la mayor parte del dinero utilizado en las operaciones financieras no pasa por los bancos, ya que la intermediación de tales recursos financieros fue de tan solo el 34% en el segundo trimestre del 2013, según ComexPerú.
La gran cantidad de dinero que no circula por el sistema financiero no está sujeta a regulación de ningún tipo, lo que incentiva la práctica de actividades ilícitas.
En el 2012, según cifras de la ENAHO, el 85.3% de las microempresas no estaba registrado en la Sunarp, y ese número se ha mantenido durante los últimos años. Incluso, un 71.7% de estos negocios no llevó ningún tipo de registro de sus ventas y gastos, según un reporte de ComexPerú.
Según el gremio, si el régimen fuera más exigente, existirían aún menos incentivos para ser formales. Esto es lo que sucede cuando las microempresas crecen. Al crecer, enfrentan un análisis costo-beneficio sobre su ingreso a la formalidad, siendo el principal costo de hacerlo el dramático cambio de régimen tributario,
Al pasar estas empresas al Régimen General de Impuesto a la Renta, surgen exigencias en cuanto al monto de facturación. Hasta las 150 UIT, se debe tener un registro de compra, registro de venta y un diario de formato simple.
Pasadas las 150 UIT hasta las 500 UIT, ls exigencias aumentan más. Además, se les demanda llevar como mínimo el libro diario, libro mayor, el registro de compras y el registro de ventas e ingresos.
Esto podría ser el reflejo de una alta tasa de informalidad, pues estos negocios tienen un acceso escaso al sistema financiero formal, y realizan la mayoría de sus transacciones fuera del mismo.
El caso del microempresario
Los microempresarios reciben un tratamiento especial en el campo tributario. A través del Nuevo Régimen Único Simplificado (NRUS) y el Régimen Especial de Impuesto a la Renta (RER), las obligaciones para este tipo de negocios son pocas comparadas con las que la Sunat exige a las empresas del Régimen General de Impuesto a la Renta.
En el NRUS, las microempresas no tienen que llevar una contabilidad formal (pues el pago de impuestos se reduce a una cuota), y en el RER la contabilidad se basa en procedimientos simples, como el registro de venta, registro de compra y el diario de formato simple.
Asimismo, tanto la micro como la pequeña empresa asumen menores costos laborales, específicamente en gratificaciones, indemnizaciones por despido, CTS, entre otros.
Frente a este resultado, el principal beneficio de la formalidad es el acceso al crédito a través del sistema financiero formal, ya que gozarían de menores tasas de financiamiento en créditos.
Sin embargo, la importancia de este beneficio se anula con el costo de cambio de régimen tributario, ya que se impone un canje o trade off. Se requiere un programa o régimen de traslado hacia la formalización que reduzca los costos y las incentive a formalizarse.
Si esas barreras se reducen, el análisis costo-beneficio de las Mypes podría inclinarse hacia la formalización, aumentar la recaudación y la penetración del sistema financiero en las actividades comerciales del país, que es aún relativamente baja, aseguró ComexPerú.