El economista Jürgen Schuldt conversó con Gestion.pe sobre su último libro “La civilización del desperdicio: psicoeconomía del consumidor”. En la primera y segunda parte, ofreció un diagnóstico del subconsumo, el sobregasto y la capacidad ociosa de consumo. Esta vez, le presentamos algunas ideas para evitar esas “anomalías”. Para el investigador de la Universidad del Pacífico (UP) son propuestas para el debate, pues, aunque son “deseables”, tocan temas complicados.
Impuesto al consumo
Milton Friedman, el gurú del libre mercado, propuso algo parecido. Y el economista Robert Frank lo sacó al debate nuevamente. Schuldt rescató esta idea que consiste en poner un impuesto progresivo al consumo a partir de un monto tope o umbral.
La idea es “matar el consumo conspicuo”, aquel que solo se realiza por copiar a otras personas –como la moda–, así te guste o no, y así te endeudes cada vez más, con tal de alcanzar un estatus. “Al castigar el consumo lo que está haciendo es motivar al ahorro y eso permite más inversión, que podría ir a infraestructura, salud, educación, u otros sectores”, explicó Schuldt.
Impuesto a terrenos sin usar
Está dentro de lo que Schuldt llama “capacidad ociosa de consumo”, esa anomalía que consiste en guardar bienes duraderos aún con utilidad. En este caso, hay terrenos que tienen dueño, pero están abandonados, “cuando podrían usarse para la agricultura, la industria e, incluso, para la construcción de viviendas”.
Schuldt lanzó la radical propuesta de poner un impuesto a esas tierras eriazas: cuanto más tiempo están sin utilizar, más se pagará. Así explicó los beneficios: “Cuanta gente no tiene casa, porque hay quienes compran tierras especulativamente. Por eso sube el precio. En cambio, al poner un impuesto a la tierra eriaza, bajan los precios de los terrenos baldíos. Y eso permitiría que mucha gente más tenga vivienda propia”.
Impuesto a la comida ‘chatarra’
Una medida de este tipo es “factible y necesaria”, opinó Schuldt. “Sobre todo para los niños y los jóvenes, para evitar tantas enfermedades”. Para el economista existe una “infancia comercializada”, pues la publicidad para los niños está creciendo cada vez más.
Un impuesto de 10% por lo menos sería viable para el investigador de la UP, más aún que el Gobierno aprobó la llamada Ley de la comida ‘chatarra’.
“Habría que definir bien qué es comida chatarra y para eso están los médicos. También hasta qué punto uno puede consumir, porque no hay problema si uno quiere comerse una hamburguesa una vez a la semana”.
Pero Schuldt agregó que este impuesto sería “transitorio”, hasta que las nuevas generaciones tomen consciencia sobre su responsabilidad respecto al consumo”. Así como habría un impuesto a la comida ‘chatarra’, también se debe abordar el tema a través de la educación.