Más de 25 países han caído en impago desde el siglo XIX

En estos momentos parece impensable que Alemania tuvo no solo uno, sino cuatro ‘defaults’ entre 1800 y 1950, pero la historia es así de inesperada. Argentina ha caído en ocho ocasiones en una situación de impago.

(Foto: Reuters)
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La República de Colombia
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

Los únicos otros dos mercados que lo han superado son Venezuela y Ecuador, que han tenido diez.

Pero como estos, han sido 22 más las naciones que han entrado en la compleja situación y entre ellos también se encuentran otros latinoamericanos como Chile, Brasil, Perú, Costa Rica y México, además de europeos como Grecia, Turquía, España, Portugal y Austria.

Lo interesante del caso argentino es su historia paradójica. En 1950, el país llegó a ser una de las principales economías del mundo, catalogada como de las más desarrolladas al igual que Venezuela, al punto de estar por encima de Japón.

Esas naciones contaban con una balanza comercial muy favorable porque las materias primas subieron de precio después de la Segunda Guerra Mundial, al punto que Latinoamérica exportaba 12% del total mundial, porcentaje que fue declinando y ahora oscila entre 5% y 6%.

Con Perón se creó un gobierno corporativo aliado de sindicatos urbanos y las exportaciones agrícolas fueron relegadas. Vino un comportamiento más populista de riqueza compartida, pero era necesario producir este capital con eficiencia económica interna del país.

Sin embargo, la base institucional se vio truncada en 1976 con la llegada de los militares al poder. Este tipo de gobiernos elevaron la sobreliquidez bancaria y colocaron mucho de sus fondos en países en desarrollo, incrementaron los gastos del gobierno, hubo alzas en los salarios y más producción ineficiente, medidas que crearon una inflación crónica y una enorme deuda externa.


Con los militares se desató una problemática frente a las medidas de ajuste y legitimidad interna. Los analistas piensan que las 83 guerras con las Malvinas tuvieron como objetivo anular la oposición que tenían internamente y lograr una legitimidad coyuntural. Crear un sentido de nacionalismo era un factor importante de estas batallas.

Los militares ya no querían seguir en el poder para no desgastarse con estos ajustes y Argentina necesitaba volver a la representación civil. Raúl Alfonsín fue el presidente electo para lidiar con la deuda. Tan solo entre 1975 y 2000 el país cayó dos veces en una situación de cesación de pagos.

La alta inflación argentina (valorada en US$60.000 millones) se elevó a US$120.000 millones para el final del término del presidente Carlos Menem, cifra que va a tener repercusión en el ‘default’ de 2001. Menem había impuesto el mecanismo de caja de conversión el cual situaba al peso argentino con valor de uno a uno con el dólar. Eso era oportuno para contener la inflación pero al dejarlo mucho tiempo, no favoreció la exportación solo las importaciones.

La conversión cambiaria también hace que se vaya perdiendo competitividad y que el país se endeude aún más. Para este punto, la deuda es tan excesiva que los acreedores dudan que Argentina les pueda pagar y exigen la devolución de sus créditos. Con “El Corralito” se paraliza la economía y esto provoca desorden económico por los próximos años.

La caja de conversión se mantuvo hasta 2001 porque no habían dólares para que permaneciera la moneda. El origen de los dólares era de la deuda externa y las privatizaciones . Geovanni Reyes, doctor en Economía de la Universidad del Rosario, opina que la recesión sostenida a la vuelta del milenio culminada en el ‘default’ de 2001 “es la más importante de la historia argentina y es el punto en que el país estaba quebrado con un endeudamiento de alrededor de US$150.000 millones”.

En 2005, bajo el gobierno del presidente Eduardo Duhalde, se elimina la conversión cambiaria de 2001 y “El Corralito”. La tasa de cambio se devalúa hasta 600%, pero le da un respiro Argentina.

Aunque entra en un ‘default’ inevitable porque es incapaz de pagar sus deudas, el gobierno logra reestructurar su deuda con 92% de los acreedores de bonos.

El sistema económico se recuperaba, a pesar de que un pequeño porcentaje de tenedores de papeles se negaba a aceptar los nuevos términos. “Argentina ha ido pagando cumplidamente a esa mayoría que accedió el trato”, resalta César Ferrari, internacionalista de la Universidad Javeriana.

Griesa no cambia a Pollack ni decide sobre la deuda
En la jornada de ayer, los abogados de Argentina dijeron estar convencidos de que deben encontrar una solución para la situación.

Por esa razón, le solicitaron al juez Thomas Griesa que sustituya al “special master” , Daniel Pollack por no haber sido imparcial en sus últimas declaraciones públicas. Griesa se negó y dijo que el abogado ha logrado progresos en el caso.

La cita terminó sin que el juez dictara una decisión final acerca de lo que pasará con US$539 millones que el país suramericano depositó en el Banco de Nueva York para saldar su deuda con los bonistas. Por el momento, el dinero permanece en pausa hasta que el Gobierno llegue a un acuerdo con los tenedores de bonos no reestructurados.

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