(Bloomberg) Un torbellino político amenaza destituir a la presidenta Dilma Rousseff. Tras bambalinas espera su vicepresidente, Michel Temer, que asumirá durante su probable juicio político en el Senado. Su tarea sería hercúlea: armar apresuradamente una mayoría de legisladores para implementar reformas que no sólo traigan aparejada una recuperación de la economía hundida en la recesión, sino que también sienten las bases de un crecimiento sustentable.
Después de entrevistar a economistas, inversores y a un ex presidente del banco central, el siguiente es un panorama de las prioridades fundamentales de política que para ellos debería considerar una administración Temer.
Desactivar la bomba de tiempo de las pensiones
El déficit del sistema previsional representa más de un tercio del déficit fiscal general. Brasil ya es una anomalía como país joven con un ingreso regular, pero con los gastos previsionales de uno viejo y rico. Y la situación es cada vez más grave.
“Si no se hace nada, en unos 25 años Brasil gastará 20 por ciento del PIB en pensiones –más que Italia, que es el país que actualmente gasta más que todos”, según Paulo Tafner, economista y experto en el sistema previsional del país.
Desendeudarse ya mismo
Los gastos obligatorios, como la educación y la salud, representan un 80 por ciento del gasto público, lo cual dificulta al gobierno reducir su déficit fiscal de 11 por ciento del PIB y bajar los niveles de endeudamiento –que ya son los más altos de los BRICS y sus grandes pares latinoamericanos.
“Se percibe más que nunca que la magnitud de la deuda pública y el costo de la deuda pública no son buenos”, dijo Gustavo Franco, ex presidente del banco central de Brasil. “Es urgente y recomendable desendeudarse a toda costa”.
Relanzar el crecimiento
El crecimiento en el último decenio provino del consumo de la muy publicitada “nueva clase media”. Ese motor puso marcha atrás y ahora los economistas dicen que la fuerza propulsora de Brasil debería ser la inversión.
Parte de la solución consiste en arreglar las políticas que “favorecen mucho el consumo y el trabajo y poco a la empresa y la inversión”, dice Brian Coulton, economista principal de Fitch Ratings. “Si Brasil quiere reanudar una tendencia de crecimiento decente a mediano plazo, hace falta un cambio. Se necesita un período en el que haya más inversión, más rentabilidad y menos consumo”.
Sólo reformas laborales e impositivas producirían el cambio tectónico necesario para desbloquear plenamente la inversión, dicen los economistas. Por ejemplo, las compañías suelen ser reacias a contratar nuevos trabajadores porque les resulta muy caro despedirlos. El año pasado, los trabajadores presentaron un récord de 2,7 millones de demandas en los tribunales de trabajo, según datos del Tribunal Superior del Trabajo. Y a una empresa promedio le lleva 2,600 horas reportar los impuestos, el nivel más alto de todos los países que figuran en el informe Doing Business del Banco Mundial.
Arreglar el complicado sistema de partidos
Una administración a cargo de Temer podría llevar adelante una reforma del sistema político disfuncional de Brasil. Se legisla armando coaliciones, lo cual constituye una hazaña que no es menor en un país con 35 partidos registrados.
“Cuanto mayor es el número de personas con las que se debe negociar, más difícil es aprobar leyes, y tal como se maneja el sistema ahora es muy costoso hacerlo”, dijo Cameron Combs, investigador especializado en Brasil en Eurasia Group, la consultora de riesgo político con sede en Washington.