Uno de los grandes riesgos que enfrenta la economía peruana es el potencial efecto pernicioso de la política monetaria en Estados Unidos. Cuando la Reserva Federal decida contraer su estímulo monetario, habrá ruido en los mercados financieros y ello podría impactar en el dinamismo de nuestro país.
La transmisión de este efecto se daría por pasos: primero, cuando la FED suba sus tasas de interés hará que, en términos comparativos, los instrumentos de inversión peruanos (bonos soberanos) sean menos atractivos respecto a los estadounidenses.
Esto provocaría una salida importante de capitales de nuestros mercados, lo cual tendría efectos sobre el tipo de cambio y las tasas de interés locales. Esto afectaría directamente a las empresas y, de este modo, se se transmitiría el riesgo a la actividad económica.
Es importante señalar que la salida de capitales en el corto plazo se daría a través de una venta de las posiciones en bonos del Tesoro peruano y bonos globales. Esto es un riesgo pues el 57% de los bonos soberanos y el 90% de los bonos globales están en manos de inversionistas extranjeros.
¿Por qué estamos tan bien preparados? Según Scotiabank, los indicadores de vulnerabilidad internacional muestran que el Perú posee un importante margen de maniobra para afrontar un escenario externo de mayor riesgo. Son dos variables clave: las Reservas Internacionales Netas (RIN) del BCR y el nivel de ahorro fiscal.
El nivel de RIN es cerca del 32.5% del PBI peruano, es decir, unos US$ 67 mil millones. El total de los bonos peruanos en manos de extranjeros es de US$ 16 mil millones, apenas un 24% de las RIN. En el caso extremo en que todos los foráneos deshagan sus posiciones en papeles peruanos, el BCR podría recomprar la deuda fácilmente.
De otro lado, esos US$ 16 mil millones que podrían “fugarse” del país podrían ser cubiertos con el ahorro fiscal. Esta cifra asciende a US$ 27 mil millones, sin considerar el Fondo de Estabilización Fiscal (FEF).
Estas dos fortalezas demuestran la solidez de la economía peruana en materia de mercados financieros. Estos recursos podrían neutralizar los efectos de una salida fuerte de capitales en el corto plazo, evitando que “contagie” al sector real de la economía.