Las “teorías de conspiración” sobre una estrategia de Estados Unidos para repuntar su economía o asegurar su panorama energético a través de un ataque a Siria, al menos esta vez, no están en lo correcto. Farid Kahhat, analista internacional y catedrático de la PUCP, explicó que una escalada de la intervención estadounidense en Siria no sería un objetivo oculto de Barack Obama.
“El efecto económico adverso sería grande si Siria intenta atacar a los aliados estadounidenses en la región (Medio Oriente), como Jordania, Israel o Turquía, lo que haría que el conflicto escale a nivel regional. El efecto económico sería adverso, sobre todo por su impacto en la cotización del petróleo”, detalló el internacionalista.
Pero cuando se habla de un aumento en el precio del crudo, no se debe al impacto de la producción siria en el mercado, sino a la expectativa sobre lo que el ataque implica para los verdaderos exportadores, como Israel, en la región. “Según The Economist, el pico de producción de Siria fue de unos 380 mil barriles diarios, pero hoy estaría produciendo 20 mil barriles”, señaló Kahhat.
Así, la importancia de Siria para Estados Unidos, de hecho, respondería a una estrategia geopolítica: bloquear la influencia de Irán en Medio Oriente. “Siria es la correa de transmisión de la influencia de Irán y en el Líbano a través de Hezbollah (grupo terrorista chiita)”, agregó. Si cae el régimen sirio, Irán quedaría aislado políticamente y Hezbollah, geográficamente.
Poco probable
Cuando el Congreso de EE.UU. apruebe la intervención en Siria, este no será el primer ataque a ese país desde el exterior. Kahhat indicó que Israel –el principal aliado estadounidense en Medio Oriente– ya ha atacado dos veces a Siria este año y una vez, generando mayores daños, en el 2007. Como Siria nunca respondió, “nadie se enteró”.
De ahí que el Gobierno estadounidense calcule que Siria no responderá a este nuevo ataque: es una apuesta que el mismo secretario de Estado, John Kerry, expuso ante el Congreso. Asimismo, otro punto a considerar en este conflicto es que esta intervención de alcance limitado tampoco ayudaría a la economía estadounidense.
“La idea de que las guerras son una especie de keynesianismo militar, donde se gasta en armas y el gasto público en defensa reactiva la actividad económica, tiene sentido en grandes guerras como lo fue la Segunda Guerra Mundial”, aclaró Kahhat. Pero incluso en la Guerra con Irak en el 2003, si se compara la evolución del PBI en esa época, se verá ningún efecto positivo.
“Si acaso lo que hace que una guerra reactive la economía es el gasto en armamento, en la construcción de buques, aviones y tanques, EE.UU. ha perdido muy pocos en Irak y Afganistán”, advirtió Kahhat. En Siria, perdería incluso menos, si la intervención sale según lo planeado, por lo que no habría mayor maquinaria que producir ni por la cual gastar.
EL DATO
El viernes pasado, el petróleo cerró en un máximo de dos años. Para octubre, el contrato del crudo subió un 2% (US$ 2.16), y cerró en US$ 110.53 por barril. La última vez que los futuros cerraron por encima de ese nivel fue en mayo del 2011, a US$ 111.05.