Automatización de fábricas no tiene por qué eliminar empleos, si no pregúntenle a Japón

La idea de que la automatización elimina plazas de trabajo no le quita el sueño a nadie en Japón, donde las tasas de nacimientos han ido bajando con los años, lo que genera el temor de que algún día haya escasez de mano de obra.

(Foto: AP)
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Moriya, Japón (AP).- Miles de latas son llenadas de cerveza, cerradas, lavadas, colocadas en paquetes de a seis y despachadas a una velocidad asombrosa --1,500 por minuto, para ser exacto-- en cintas transportadoras en una moderna fábrica cerca de Tokio.

No se ve un alma en esta escena perfecta de automatización japonesa.

Las máquinas hacen todo el trabajo pesado en esta planta de la cervecera Ashai. La tarea de los humanos es asegurarse de que los aparatos funcionan y revisar la calidad que reflejan los sensores.

“Básicamente, nada sale mal. Todo funciona al 96% de su capacidad”, dijo Shinichi Uno, un capataz de la planta. “Las máquinas hacen el trabajo y los humanos supervisan a las máquinas”.

La idea de que la automatización elimina plazas de trabajo no le quita el sueño a nadie en Japón, donde las tasas de nacimientos han ido bajando con los años, lo que genera el temor de que algún día haya escasez de mano de obra. Sería difícil encontrar una cultura que ve con tan buenos ojos la automatización, que se refleja en la popularidad de los robots que hacen de compañía de las personas.

Japón dio gran impulso a la automatización a partir de la década de 1990 y está a la vanguardia de ese sector en la industria automovilística, con 1,552 robots por cada 10,000 empleados, comparado con 1,091 en Estados Unidos y 1,133 en Alemania, según un informe que la Casa Blanca entregó al Congreso estadounidense el año pasado. Japón también lidera en otros sectores, con 219 robots por cada 10,000 empleados, comparado con 76 en Estados Unidos y 147 en Alemania.

Un elemento distintivo en Japón es el sistema de “empleo de por vida”. Las grandes firmas generalmente retienen a sus empleados, incluso si sus funciones ya no son necesarias, y los capacitan para desempeñar otras tareas, según Koichi Iwamoto, del Instituto de Investigaciones de la Economía, el Comercio y la Industria.

El sistema empieza a resquebrajarse a medida que Japón se globaliza, pero sigue vigente, indicó Iwamoto.

Datos de la Organización para le Cooperación y el Desarrollo Económico indican que la digitalización reduce la demanda de personal que desempeña tareas de mediano nivel, como el funcionamiento del ensamblaje, y aumenta la demanda de obreros poco calificados. Pero esa tendencia no ha sido tan pronunciada en Japón.

Informes de la OCDE que incluyen un estudio de lo sucedido entre el 2002 y el 2014 señalan que las tendencias del desempleo se mantuvieron estables en Japón.

Esto quiere decir que en Japón la automatización no elimina plazas de trabajo con la misma agresividad con que se hace en países como Estados Unidos. Los empleados administrativos, por ejemplo, conservan sus trabajos, por más que sus funciones puedan ser desempeñadas, tal vez mejor, por computadoras.

Esa resistencia a adoptar la tecnología digital para los servicios se hace evidente también en la forma en que la sociedad japonesa insiste en usar taxis tradicionales en lugar de apelar a servicios de internet para buscar transporte.

De todos modos, la automatización avanzó tanto en Japón que se llegó a lo que Iwamoto describe como una “etapa de reflexión”, en la que se busca “una armonía entre los humanos y las máquinas”.

“Después de todo, hay algunas tareas que los humanos hacen mejor”, declaró.

Kiyoshi Sakai, que trabaja en Asahi desde hace 29 años, recuerda cómo en el pasado la parte de arriba de las latas tenía que ser colocada a mano, una tarea repetitiva que hacía mal no solo al cuerpo sino a la mente.

Por eso se complace de la automatización. Las máquinas son hoy un 50% más pequeñas que en el pasado, más rápidas y más precisas.

Ya pasaron los días en que algunas cosas no funcionaban en un proceso automatizado y en que era necesaria la intervención de los humanos para asegurarse de que todo salía bien. Ahora hay sensores que se encargan de todo y las fallas son ínfimas.

Igual que a tantos otros trabajadores en Japón, a Sakai no parece preocuparle la perspectiva de perder su trabajo. Por más que la demanda de empleados bajase mucho con la automatización en su empresa, fue promovido a otra sección administrativa, algo común en las compañías japonesas.

“Recuerdo que el trabajo era muy duro. Pero lo que cuenta es ofrecer una buena cerveza y me siento orgulloso de poder hacerlo”, manifestó Sakai. “No me arrepiento de nada. Tengo un trabajo estable”.

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