Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
Decir “¡no hay excusas!” es una forma habitual de mostrar que no se va a eludir la responsabilidad. Pero cuando algo que se escapa a su control va mal, es posible que necesite una explicación. ¿Puede dar una excusa legítima sin parecer patético?
Hay ciertos tipos de excusas que, usadas con moderación, pueden evitar que su carrera profesional quede perjudicada. Esas disculpas pueden ayudar a dar razones específicas y veraces para un contratiempo y a identificarse con los perjudicados.
Muchos jefes sienten vergüenza ante la mera mención de las excusas. Marc Landsberg, fundador y consejero delegado de la agencia de redes sociales de Chicago Social Deviant, explica que rompió las relaciones con un socio de otra agencia porque «éste pasaba el 90% de su tiempo planteando excusas en lugar de ofrecer resultados». Landsberg cree que lo más útil es hablar acerca de por qué algo ha sucedido y asegurarse de que no se repetirá».
Basarse en hechos
Cuando el daño ya está hecho, se buscan las causas. Una excusa detallada y basada en hechos puede cubrir el vacío. Según un estudio realizado por Anthony Cobb, profesor de gestión de Virginia Tech, y Francis Frey, profesor de empresas de la Universidad de Virginia, las víctimas aceptan esto mejor que una explicación difusa.
Ryan Fehr, profesor adjunto de gestión de la Universidad de Washington, afirma que mostrar sinceridad e identificarse con las personas perjudicadas mejora la aceptación.
Los factores externos
Una investigación de la Universidad de Fairfield, en Connecticut, muestra que los compañeros a menudo están más dispuestos a perdonar cuando consideran que los errores estuvieron motivados por factores externos, o que se escapaban al control de quien los provoca. También son más tolerantes si piensan que no se pretendía causar daño.
En cualquier caso, las excusas basadas en factores externos –echar la culpa al retraso de un vuelo por faltar a una reunión, o a l tráfico por llegar tarde– pueden funcionar con los compañeros una o dos veces. Más allá de esto, te acusarán de falta de planificación.
Adelantarse
Por sorprendente que pueda parecer, excusarse con antelación puede hacer que los demás se muestren más comprensivos. Andrew DuBrin, profesor emérito de gestión del Instituto de Tecnología de Rochester, en Nueva York, explica que excusarse con antelación a lo que pueden ser unos malos resultados puede inspirar benevolencia.
La táctica de anticiparse a las críticas lleva a que otros te «liberen de toda culpa» si tu rendimiento es malo. Así, un comercial que empiece a trabajar en una nueva zona geográfica podría evitar que su reputación se viese dañada si argumenta previamente por qué no llegará a cubrir su cuota.
Aprender de los errores
Las excusas también tienen que corresponderse con el daño causado. Sherri Mitchell, la cofundadora de la empresa de selección de personal All About People, explica que los empleados más jóvenes necesitan muchas veces formación para entender en qué punto está el límite.
Hace varios años, su compañía contrató a una cazatalentos de 23 años que era buena profesional pero se disculpaba constantemente tras ausentarse con frecuencia del trabajo, desde problemas con su novio a la falta de sueño. Finalmente Mitchell le dio un ultimátum: «Eres buena profesional cuando vienes al trabajo, pero tendrás que empezar a mejorar tu asistencia o perderás tu empleo».
Para aquella empleada, el ultimátum fue el impulso justo y necesario. Había perdido la concentración. No sabía cómo actuar, pero cuando apreció que en el nuevo empleo creían en ella, supo reaccionar.