Las habilidades de los superhéroes pueden trasladarse a la vida profesional

En un mundo laboral en el que las compañías y reclutadores exigen nuevas capacidades y habilidades que ni siquiera imaginamos, soñar con superpoderes propios de los superhéroes no cuesta demasiado.

Aunque en realidad no seas invisible o no tengas una fuerza sobrehumana, ni leas efectivamente la mente de los que te rodean, cuentas con algunas capacidades que son extraordinarias y te sirven para lograr el éxito. Pero esos superpoderes tienen también un lado oscuro que te perjudica.

El tío de Spiderman solía repetirle -incluso unos minutos antes de morir- que “un gran poder implica una gran responsabilidad”. En un mundo laboral en el que las compañías y reclutadores exigen nuevas capacidades y habilidades que ni siquiera imaginamos, soñar con superpoderes propios de los superhéroes no cuesta demasiado… Incluso podemos encontrar un anclaje profesional a esas habilidades extraordinarias, sin olvidar que hay un lado oscuro en esas capacidades fuera de lo común que no nos beneficia precisamente.

Paco Muro, presidente de Otto Walter en España, recuerda que “todos hemos soñado alguna vez con disponer de algunos superpoderes que nos permitan conseguir nuestras metas de forma más fácil y garantizada. Pero hay algunos que, si bien aportarían mucho a la consecución de deseos, podrían eliminar el placer de vivir, de conseguir retos, de emocionarse y motivarse en la vida. La cuestión es si los querríamos para nosotros, porque de entrada parecen un regalo, pero después, quizá no nos aportarían demasiado”.

Muro cree que los mejores superpoderes son “la capacidad para amar y para disfrutar de ser amado; el de dar y saber recibir; el de superarse; comprometerse y esforzarse por hacer las cosas bien; el de cumplir nuestros compromisos; el de entregarse a unas metas; ayudar y ser útil a los demás; el de ver oportunidades en medio de la maleza de la dificultad; y, sobre todo, el de apreciar y disfrutar de cada paso por la vida”.

Genoveva Vera, coach ejecutiva experta en liderazgo, asegura que “al hablar de virtudes y defectos en un empleo es necesario tener en cuenta el tipo de trabajo al que nos referimos, o la situación profesional en la que nos encontramos”.

Lo que en un caso puede ser visto como una virtud, para otro determinado tipo de puesto o situación ese mismo comportamiento puede ser tachado de defecto.

“El trabajo de una secretaria es no revelar información, mientras que para un periodista es todo lo contrario. Ser sincero también puede ser bueno, pero puede convertirse en defecto cuando la sinceridad se hace sin control… Así, las virtudes pueden transformarse en fallos cuando no se saben utilizar ni controlar. Por eso, para cada puesto o situación se deben valorar aquellos talentos necesarios para realizar con eficacia el trabajo diario”.

Nueve expertos analizan cinco superpoderes que se pueden aplicar a tu vida profesional:

Invisibilidad
Pasar inadvertido puede ayudarte a concentrarte en tus tareas o a acceder a información exclusiva. “Estos profesionales suelen tener una gran capacidad de trabajo, pero poco interés por el reconocimiento, tal vez por su elevada motivación intrínseca. Uno de sus riesgos principales es que otros se lleven las medallas”, explica Montse Ventosa, socia de Grow. De este modo, aquellos que cuentan con esta habilidad suelen encajar en culturas muy orientadas a los resultados y en las que suelen destacar las acciones sobre las palabras.

Bien gestionado, este superpoder puede convertir a los profesionales en personas muy productivas con un gran sentido de la confidencialidad y la lealtad. Resulta ideal para aquellos que manejan información delicada o asisten a la alta dirección.

Sin embargo, nadie percibirá todo el trabajo que realizan. Lo cierto es que en la era de la comunicación y exposición, la invisibilidad está infravalorada. Para no caer en el olvido, Ignacio Belinchón, director de People Excellence, aconseja que estos trabajadores deben convertirse en personas muy necesarias para los demás, de manera que su especialización y sus capacidades les mantengan visibles.

Al mismo tiempo, la doble cara de la invisibilidad hace que este superpoder sea uno de los más tóxicos dentro de la oficina. Con él te puedes convertir en el que desaparece siempre que surge un imprevisto y no asume responsabilidades.

Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, coincide en que esta no es una de las habilidades más valoradas en la empresa: “Ante los conflictos, la invisibilidad ayuda, y ofrece la ventaja de que nos libramos de ciertos marrones, pero nos quita capacidad de influencia y nos deja fuera si queremos aspirar a ciertos proyectos que tienen que ver con la marca personal”.

Paco Muro coincide en que ser invisible evita que los repartemarrones se acuerden de uno cuando las cosas se complican: “Es más fácil irse a la hora y limitarte a hacer tu trabajo si no llamas la atención. Se trata de un superpoder muy útil con pésimos jefes, porque cuanto menos te vean, mejor sobrevivirás”. La cruz es que “si no se te ve para lo malo, tampoco para lo bueno. Nadie apreciará tu aportación ni tu valía, y por eso difícilmente lograrás reconocimiento por tu tarea. Si hay que prescindir de alguien serás de los primeros en la lista, ya que parecerás prescindible”. Y si el jefe y el equipo son suficientemente buenos, te perderás mucho con tu invisibilidad y dejarás de aportar, quizá demasiado.

Ovidio Peñalver, socio director de Isavia insiste en que “con la invisibilidad no serás precisamente el primero en el que se piense para liderar proyectos estratégicos o a la hora de proponerte una promoción”.

Control del tiempo
Se trata de uno de los superpoderes más apreciados dentro de la oficina. “Los profesionales con esta habilidad saben administrarse, son eficientes con los recursos y el tiempo y tienen la capacidad para trabajar en varios proyectos”, apunta José Manuel Casado, socio de 2.C Consulting. En la misma línea, Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova, opina que “si pierdes la pelea de la gestión del tiempo hay muchas otras batallas que van detrás, como el déficit de dirección, la falta de comunicación del equipo o el descuido de la planificación. Con esta capacidad, también tenemos la posibilidad de dar marcha atrás al tiempo, revisar nuestro pasado y así saber arreglar lo que no ha funcionado”.

En definitiva, quienes tienen todo a tiempo son los reyes de la eficiencia, y juegan con la ventaja de que la buena gestión de su jornada laboral les permite disfrutar de su tiempo libre. Se dedican a sus aficiones, se sienten más satisfechos y lo contagian al resto de compañeros.

“Son el mirlo blanco que buscan todas las empresas, ya que resultan mucho más productivos y comprometidos”, advierte Genoveva Vera, coach ejecutiva experta en liderazgo. Sin embargo, también apunta que este superpoder puede hacer que te conviertas en alguien muy atado a tu horario, que no sepas actuar si se produce alguna excepción, lo que daría lugar a que seas poco cooperativo.

Muro cree que este superpoder otorga eficacia y eficiencia perfectamente combinadas: “Eso implica alta productividad, más equilibrio personal y mejores resultados. Controlar tu tiempo es un lujo y permitirá gestionar mejor los desvaríos de los desorganizados y usar su debilidad a tu favor”. Pero controlar todo el tiempo es imposible, ya que el entorno externo siempre es cambiante. Si te haces demasiado cuadriculado serás inflexible, y tu fortaleza se convertirá en tu punto débil”. También Pilar Jericó coincide en la desventaja de volverte muy rígido e inflexible si necesitas una agenda ajustada al milímetro.

Jesús Vega, consultor independiente, pone en duda la utilidad de esta habilidad: “El viejo mundo se basaba en la eficiencia y productividad, pero el nuevo se centra en la creatividad. No se trata de ser muy productivo haciendo lo que haces, sino creativo haciendo cosas diferentes”.

Para Ovidio Peñalver, el control del tiempo “te hace efectivo y productivo; es un buen antídoto contra el estrés, y tu imagen pública mejorará como profesional confiable y eficiente, aunque tiene riesgos: puesto que eres eficiente y confiable te caerán más trabajos que a otros que son ineficientes en la gestión de su tiempo, y por tanto menos confiables”.

Leer la mente
De nuevo, otra habilidad que como la invisibilidad hay que saber gestionar muy bien para no convertirse en alguien tóxico. Este superpoder puede resultar maravilloso si eres capaz de discriminar, es decir, si lo que intuyes es cierto. Si estás seguro de lo que haces puedes estar tranquilo, pero si no es así, tu superpoder perderá fuerza, ya que tus predicciones serán difusas y abusar de esta competencia puede suponer una tortura.

Es típico de personas intuitivas y observadoras con una gran capacidad para escuchar.

Pilar Jericó cree que “la intuición es una inteligencia fascinante que tiene que ver con la empatía y con un rasgo de inteligencia emocional. La cuestión aquí es que cuando captas una información por intuición y no tienes datos más allá del intuitivo, pierdes capacidad de influencia y de convencer a tu equipo. Corres el riesgo de que esos datos no sean suficientes para convencer y necesitas la capacidad de aportar datos racionales”.

Para Vega, es una de las habilidades que cualquiera que se lo proponga puede conseguir: “Se trata de contar con la voluntad de escuchar lo que necesitan los compañeros, qué les emociona y apasiona. Los líderes de éxito son los que establecen un buen nivel de comunicación y la sensibilidad por entender”. Así que más que leer la mente, el superpoder trata de cómo ser anticipativo, y de la capacidad de integrar distintas informaciones para tomar decisiones y establecer conclusiones. Esta habilidad sería ideal para profesionales que lideren proyectos o que tengan espíritu emprendedor.

En tu día a día te será muy útil para conocer a tus compañeros o personas clave, como tu jefe. Si estás al tanto de sus preferencias, podrás anticiparte y hacer el trabajo como le gusta. Pero, cuidado, porque también puedes ser visto como un pelota o trepa.

Ovidio Peñalver entiende este superpoder en positivo si se refiere a ser empático (saber ponerse en el lugar de los demás) e intuitivo. “Esta habilidad mejorará tu forma de gestionar conflictos y te hará un mejor negociador y mediador”.

Paco Muro también cree que este superpoder es perfecto para ser el mejor negociador, ya que siempre sabrás la jugada del otro. Añade que “realmente supone casi el poder absoluto sobre los demás. Lo malo es que, para empezar, el juego perdería toda la gracia. Saber siempre de antemano cuándo se va a ganar y cuándo hay que retirarse elimina toda sensación de logro, y por tanto, de alegría. Es demasiado fácil para motivarse con eso. Además, este superpoder incluye saber quién te quiere engañar, quién no es leal o quién tiene dudas, y todo eso te hará desconfiar de todo el mundo”.

Visionario
Si ya sabes que algo va a fracasar, ¿para qué te vas a esforzar? O por el contrario, si va a terminar bien, ¿para qué te vas a agobiar? Con este superpoder es fácil que pases de ser exitoso -porque vaticinas un triunfo-, a agorero, porque avisas de los errores. “Para utilizar bien esta habilidad debes saber esperar a que te pidan opinión en lugar de adelantarte. Escuchar a los demás y ser constructivo”, opina Ignacio Belinchón.

Actualmente, es tiempo de visionarios, ya que éstos tienen la capacidad de encontrar una oportunidad y saber aprovecharla. Es otra de las cualidades idóneas para los emprendedores, pues detrás de muchas de las start up de éxito hay personas visionarias que se han anticipado a las necesidades de consumo. Aunque tampoco hay que privarse del fracaso y el aprendizaje que ello implica.

Esta capacidad te dotará de habilidades de liderazgo, de comunicación y de gestión de las emociones. Sin embargo, debes tener cuidado de no centrar tu atención sólo en lo que te conviene y en aquello que te lleva a conseguir lo que deseas, ya que eso te puede llevar a cometer más errores, a olvidar otros puntos de vista y a llegar a ese fracaso que tanto habías tratado de evitar.

Ovidio Peñalver valora la posibilidad de ver y anticiparte a lo que la mayoría no ve; de analizar las consecuencias (ventajas y riesgos) de tus decisiones y acciones a medio y largo plazo; de captar tendencias para ser más proactivo y generar cambios. El riesgo está en quedarse solo en el medio y largo plazo, en la estrategia y en las ideas -en el futuro, en definitiva-, despegándote de la realidad, del presente y de la acción.

Pilar Jericó coincide en que “cuando llevas la organización muy tendente hacia el futuro puedes olvidar aspectos del presente y de la gestión del momento actual”.

Flexibilidad/resiliencia
“El empleado resiliente es muy demandado por las empresas, ya que no sólo sabe salir airoso de trabajos retadores, sino que cuenta además con grandes capacidades para enfrentarse y adaptarse a los cambios”, explica Genoveva Vera, coach ejecutiva experta en liderazgo.

Esta capacidad te permitirá convertirte en alguien muy flexible y en un emprendedor dentro de la empresa, ya que te sientes capaz de adaptarte a diferentes proyectos.

Sin embargo, esta habilidad de aprender rápido y saber trabajar en diferentes situaciones puede ser utilizada por los más aprovechados del departamento y creer que eres un chico para todo. Por eso, deberás aprender a decir que no. Serás el señalado para cualquier misión, por muy arriesgada que sea, y te tendrás que enfrentar a otros compañeros con otros superpoderes que les hacen fuertes.

Sin duda, esta habilidad te convertirá en alguien muy versátil, algo muy práctico en empresas pequeñas en las que pueden exigirte asumir varias responsabilidades. Pero al mismo tiempo tendrás que decidirte en qué área quieres ser un experto. Recuerda que la especialización es un plus en tu trayectoria.

Pilar Jericó ve una dificultad en este superpoder: “Quienes se adaptan demasiado pueden perder el rumbo. Se amoldan mucho a lo que otros opinan”.

Para Ovidio Peñalver, este es un gran superpoder que permite no frustrarse ante entornos ambiguos y cambiantes. La persona flexible se adapta al entorno y no sufre modificando sus planes. Aunque se puede caer en el error de convertirse en un “veleta” que no defiende de manera determinada una idea, modificando sus planteamientos a las primeras de cambio.

Paco Muro concluye que “adecuarse a todo cambio con máxima velocidad y capacidad puede ser un poder asombrosamente útil en tiempos de transformación continua. Aprender nuevos trabajos, nuevas formas de trabajar, nuevas tecnologías, reinventarse al instante para adaptarse a cada momento, son cualidades impresionantes que además permiten disfrutar de un aprendizaje continuo y una diversidad de experiencias muy enriquecedora”.

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