Lecciones de persuasión por la reina de Inglaterra en Navidad

La larga experiencia de la Reina Isabel II para hacer parecer algo oficial como personal y viceversa siempre dejará valiosas lecciones a cualquier líder. Aquí un recuento de los mensajes de Navidad de Su Majestad, según Financial Times.

¿Cómo iniciaría usted una conversación frente a una audiencia? “Señores, damas y caballeros” es un comienzo tradicional. “Amigos, compatriotas”, también es otra opción. “Compatriotas”, es lo que dice usualmente el presidente Barack Obama. Sin embargo, para Su Majestad la Reina Isabel II esto suele ser algo complicado.

“No somos sus conciudadanos: somos sus súbditos”, comenta Sam Leith de Financial Times. Pero no a todos nos gusta que se nos recuerde eso, y en esta época en que todos somos iguales, decir “Hola, súbditos” podría considerarse como fuera de lugar. Su Majestad habló de my people (“mi pueblo”) en su primer mensaje de Navidad en 1952. Y en su primer discurso televisado en 1957, se contentó con decir “Feliz Navidad”.

Hoy en día, Su Majestad va de frente al grano. El año pasado empezó simplemente diciendo: “Una vez conocí a alguien que pasó todo un año enyesado y recuperándose de una operación en la espalda. Él leía y pensaba mucho y se sentía miserable. Luego, se dio cuenta de que este tiempo de retiro forzoso le había ayudado a comprender el mundo con más claridad”.

Además de ser directa y convincente –contar una historia siempre es una buena opción en cualquier discurso– ese inicio muestra lo que su mensaje de Navidad está tratando de hacer. “La experiencia de este amigo nos habla de la importancia de la reflexión en general, pasando de lo personal a lo universal”, explica Leith.

La transmisión del mensaje de Navidad es un momento retórico y especial. Su Majestad habla tanto de oficio, como monarca y como ella misma. Las dos funciones se superponen y en algún sentido son coextensivos y distinguibles. Es su interacción lo que caracteriza a la monarquía. Es el estilo ceremonial y personal.

Por eso mismo, la transmisión comienza con señales ceremoniales – la pompa del himno nacional, imágenes de soldados uniformados, el patio señorial del Palacio de Buckingham.

Pero para el discurso, todo se dirige a un ambiente más íntimo: estamos en la sala de estar de la reina, o al menos una de ellas. Los regalos familiares se dejan ver debajo del árbol y se aprecian algunas fotografías de la familia en la mesa y Su Majestad, sentada tranquilamente en una silla cualquiera, mira la cámara y habla con su audiencia directamente.

Al desarrollar el tema del año pasado, la reina habló sobre sus dos funciones, pasando por los “lazos familiares” que unen al Commonwealth, para luego pasar al nacimiento de su bisnieto: “Aquí en casa, mi familia es un poco más grande esta Navidad”.

El discurso de Navidad busca afirmar la relación entre el monarca y los súbditos para crear ese sentido de unidad –de una audiencia formada como un todo y conectada con el orador– algo que cualquier discurso intenta lograr.

Este año, si bien no ha sido un annus horribilis, la familia real ha tenido sus disputas. ¿Qué va a decir la reina sobre el referéndum escocés? o ¿Qué hay de cierto sobre los rumores que va a utilizar este discurso para abdicar?

De todos modos, cualquier persona que habla a título oficial -como un presidente o quizás otro monarca- puede aprender de la larga experiencia de Su Majestad para hacer parecer algo oficial como personal y viceversa. Ella es buena en estas cosas. Feliz Navidad.

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