(AFP).- La batalla contra las informaciones falsas, que pudieron contribuir a la victoria del republicano Donald Trump, recrudece en Estados Unidos y ejerce una presión particularmente fuerte sobre Facebook, aunque Twitter y Google también están bajo escrutinio.
Google y Facebook tomaron medidas la semana pasada para reducir los ingresos publicitarios de las páginas de falsas de noticias.
Pero algunos quieren más: exigen que se considere a Facebook una empresa mediática con una responsabilidad editorial, una denominación que la red social hasta ahora se rehúsa a incorporar.
“Ellos están en el mismo negocio que la mayoría de medios de comunicación, los cuales generan audiencias y utilizan eso para vender publicidad”, estima Gabriel Kahn, un experiodista que dicta clases en la Universidad de California del Sur.
De acuerdo con Kahn, al presentarse como una plataforma “neutral” Facebook “permite que el ecosistema mediático se contamine” con noticias falsas.
Margaret Sullivan, con una columna dedicada a los medios de comunicación en el Washington Post, sugirió que Facebook “debería contratar a un editor en jefe de alto nivel y darle a esa persona los recursos, el poder y el equipo para tomar decisiones editoriales sólidas”.
Elad Gil, un empresario del sector tecnológico, cree que para una empresa con la experiencia técnica de Facebook no debería ser tan difícil determinar si un artículo es engañoso.
“Sorprendentemente, un grupo de estudiantes de Princeton fue capaz de crear con mucha celeridad un clasificador de informaciones falsas durante una hackatón de 36 horas”, una competencia entre programadores, señaló Gil en una publicación en su blog.
Árbitros de la verdad
El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, se comprometió a intensificar los esfuerzos para eliminar las noticias falsas, con una “detección reforzada”, haciendo más simple el procedimiento para que los usuarios alerten sobre ellas, y una “verificación por parte de terceros”, como por ejemplo “organizaciones respetadas de verificación de hechos”.
Sin embargo, Zuckerberg instó a la prudencia. “Los problemas son complejos, tanto técnica como filosóficamente”, argumentó la semana pasada en un mensaje publicado en la red. “Creemos en darle voz a las personas. No queremos ser los árbitros de la verdad”.
Dan Kennedy, profesor de periodismo en la Universidad del Noreste, considera que es importante distinguir entre los sitios “atrapa-clics”, que fueron descubiertos en Macedonia y solo buscan ganar dinero con informaciones sensacionalistas falsas, y portales de noticias con motivaciones políticas.
“Pienso que Facebook podría hacer muchas cosas para luchar contra las informaciones falsas, y creo que esto es algo en lo que todos pueden estar de acuerdo, pero si tratan de atacar a los sitios con motivaciones ideológicas, inevitablemente será presa de las guerras culturales”, advierte.
¿Clasificar o censurar?
En un contexto de creciente desconfianza del público hacia los medios del “establishment”, cualquier intento de filtrar las voces divergentes podría “conducir a revivir viejas polémicas sobre la parcialidad de los medios”, agregó Kennedy.
Por su parte, Scott Shackleford, editor de la revista Reason, considera difícil trazar una línea entre el filtrado de información falsa y la censura de contenidos con motivaciones ideológicas: “Si Facebook toma la decisión de censurar las ‘noticias falsas’, inclinaría la balanza a favor de los más ‘poderosos’ medios tradicionales”.
En un blog, Jeff Jarvis, profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York, y John Borthwick, un empresario, estimaron que la solución debe pasar por una mayor cooperación entre el sector tecnológico y el de los medios de comunicación para ayudar a los usuarios a evaluar la credibilidad de los contenidos.
“No creemos que a las plataformas les corresponda juzgar lo que es verdadero o falso como censores de todo”, escribieron. Pero “es necesario que den más información a los usuarios y es necesario que los medios los ayuden”.
También sugieren a las plataformas en internet que contraten a periodistas para “aportar un sentido de la responsabilidad pública a sus empresas” y “explicar el periodismo a los técnicos y la tecnología a los periodistas”.