Cuando el mundo entero temblaba por el Brexit, un pequeño grupo de emprendedores peruanos descorchaba un champagne.
En abril de 2015, Diego Olcese y Rodolfo Dañino acabaron un proyecto para iniciar otro nuevo. Crehana fue la startup elegida, una opción educativa para el mercado creativo.
Un año después, Diego buscaba inversores en Londres. En Perú, Crehana había ganado Wayra y Startup Perú, en Inglaterra la suerte le era esquiva.
Detonó el Brexit y Diego presenció un fenómeno curioso. Los inversores británicos se asustaron por el futuro del mercado europeo y decidieron apostar por otras opciones.
Crehana despegó y con ella se masificó una alternativa a la educación tradicional en Latinoamérica. Diego Olcese, CEO y fundador de Crehana, conversó con Gestión para determinar las necesidades de los creativos de la región y cómo su empresa puede ayudarlos.
“Existía un déficit entre empresas e instituciones educativas tradicionales que no sabían atender a este segmento de profesionales”, asegura Olcese.
El entrenamiento
Los creativos pueden ingresar a Crehana desde cualquier dispositivo conectado a Internet. Dentro, encontrarán cursos cortos (de 2 a 6 horas) en diversas categorías que van desde ilustración y retoque digital hasta código y marketing digital.
Crehana es básicamente un Marketplace para la comunidad creativa que explota una necesidad desatendida. Diego está convencido de que su empresa debe ser el “default” del entrenamiento creativo, ya que su metodología difiere mucho de la educación tradicional.
Frente a un sistema que gira en torno a evaluaciones, Olcese plantea una alternativa en base al trabajo. Para aprender en Crehana se debe trasladar a un proyecto tangible el conocimiento aprendido, supervisado por el profesor pertinente.
La mayor ventaja que encuentra Diego, sin embargo, es el precio. “Una inversión promedio de US$ 350 – US$ 500 al año, comparado con US$ 350 o US$ 450 al mes entienda por qué el modelo online es más rentable para ellos”.
El financiamiento
El primer mes de funcionamiento, Crehana facturó poco menos de US$ 100. Hoy, año y medio después, están facturando US$ 500,000, con proyecciones de US$ 2.3 millones para el 2017.
La clave para estos números (y del emprendimiento) está en el capital que ingresó al proyecto.
Desde Wayra hasta la última ronda de inversión, el ascenso fue estable. Es, precisamente, esta ronda de inversión la que impulsará a Crehana el próximo año, con su inyección de US$ 750,000.
Esta evolución ha permitido la tasación de la startup en US$ 3 millones de dólares, y creciendo.