(Bloomberg) La semana pasada en Arizona, los fanáticos de los autos desembolsaron US$ 259.8 millones en autos de colección en las famosas subastas de Scottsdale.
Fueron US$ 9 millones más que el año pasado, en gran parte gracias al éxito de los Ferraris y Jaguares de millones de dólares, un grupo que registró un aumento de dos dígitos en la tasa de venta final y en el precio de venta promedio comparado con el 2016.
Algo menos esperado fue que el mercado para autos de menos de US$ 100,000 registró tasas de venta final récord y por sobre los precios de venta del mercado también. Así fue particularmente en el caso de los autos de fabricación estadounidense masiva, como la Ford-Bronco de primera generación.
“Este interés ya lleva un tiempo manifestándose: a los compradores más jóvenes les encantan los vehículos deportivos utilitarios antiguos”, dijo Jonathan Klinger, un vocero de Hagerty, una empresa de Michigan que asegura autos clásicos y de colección.
Barrett-Jackson por sí sola vendió 12 de ellos en Scottsdale (“el interés por ellos sigue creciendo”, aseveró Craig Jackson, presidente de la casa de subastas homónima), y se ofrecieron 21 en todas las casas de subasta en la semana.
Sus valores también han subido. El valor promedio actual de uno en perfectas condiciones es de US$ 47,025, según Hagerty, comparado con US$ 23,400 hace cinco años. Para uno conducible y en buenas condiciones generales, pero no perfecto, el valor es US$ 29,188 comparado con US$ 14,500 hace cinco años.
A saber: una camioneta personalizada Ford Bronco 1968 altamente reacondicionada se vendió por US$ 82,500 en Barrett-Jackson en Arizona, y Mecum vendió una en Florida la semana pasada por US$ 110,000, un precio récord mundial para una Bronco de edición especial. (El récord mundial para cualquier Bronco vendida en subasta es de US$ 500,000, por una Bronco 1969 vendida en el 2013).
Todo parece indicar una nueva norma en el mercado de coleccionistas: mientras que los nacidos en la posguerra sueñan con vehículos grandes clásicos, los Millennials con dinero para gastar quieren vehículos utilitarios deportivos de colección (Y Ford está apostando a que querrán nuevos también; una Bronco modernizada emergería de las líneas de producción en el 2020).
Lealtad a Ford
Las Bronco de “primer generación” que Ford hizo entre 1966 y 1977 son, de lejos, las más codiciadas. Eran geniales cuadrados metálicos instalados sobre neumáticos de caucho grandes y protuberantes, a menudo sin tapa alguna.
Los asientos del conductor por dentro eran de vinilo, con un diseño de tablero sencillo, minimalista, un manual redactado de manera simple, transmisión de tres velocidades sobre una base de ruedas corta y la opción de elegir motores Ford resistentes con 105 caballos de fuerza de seis cilindros o (después) V8 que las hacían especialmente fáciles de reparar.
“Vemos la Bronco no como un auto convencional ni tampoco una camioneta, sino un vehículo que combina lo mejor de ambos mundos”, dijo el entonces vicepresidente de Ford, Donald Frey, en un memorando para la prensa durante el lanzamiento.
“Puede servir como sedán familiar, biplaza deportivo, para abrirse camino en la nieve o bien como vehículo agrícola o de defensa civil. Ha sido diseñado para ir a cualquier parte y hacer virtualmente de todo”, agregó.
Efectivamente, las primeras Bronco salieron en versión camioneta, camión y biplaza. Se destacaron por desplazarse en terreno disparejo y bajo condiciones inclementes, y eran relativamente económicas (cerca de US$ 2,404) en esa época, el competidor perfecto para el Jeep CJ-5 y la International Harvester Scout. En el primer año, Ford fabricó casi 24,000 unidades de ella.
Uno de los mayores atractivos, aparte de la apariencia ruda, es su simpleza. Las Bronco son confiables y fáciles de usar, tanto como puede esperarse de un auto clásico.
Si bien ser dueño de un auto más viejo a menudo implica estar en una relación disfuncional, con penas y decepciones continuas de ambas partes, las Bronco son básicamente un puñado de pernos en una carrocería”, dijo Klinger. Eso significa que se las puede reparar, modificar y modernizar según al dueño le plazca.