(Bloomberg) El triángulo rojo se encuentra en prácticamente cada esquina, desde el enorme cartel que asoma sobre el Green Monster en Fenway Park hasta las estaciones de servicio que se encuentran prácticamente cada dos esquinas en la mitad oriental de Estados Unidos y el petróleo para calefacción donado a los pobres en invierno.
Pocas compañías extranjeras cuentan con la presencia o el reconocimiento de marca que tiene Citgo Holding Inc. en gran parte de Estados Unidos y, sin embargo, la mayoría de la gente sabe poco sobre ella o sobre el drama que la envuelve en su ciudad, Caracas.
La compañía es propiedad del gobierno socialista de Venezuela, y está siendo ofrecida como salvavidas para evitar una cesación de pagos de Petróleos de Venezuela SA.
Al igual que el país, PDVSA, como se conoce al gigante petrolero estatal, está necesitada de efectivo.
Por esa razón, está pidiendo a los bonistas que canjeen las obligaciones negociables que están a punto de vencer por títulos a más largo plazo respaldados por una participación de 50.1% en su activo con mejor desempeño, Citgo.
PDVSA ha estimado su valor en US$ 8,300 millones, una suma que los analistas rechazan, calculando que la cifra asciende probablemente a menos de la mitad de eso.
Los tenedores tenían hasta la víspera (jueves) por la noche para tomar la oferta. (Habrá una segunda oportunidad más adelante con condiciones levemente peores.)
Nada, en lo que se refiere a Citgo, facilita la decisión de que sería lógico aceptar. Ante todo, el destino último de la refinería podría verse enturbiado por los miles de millones en reclamos pendientes que Exxon Mobil Corp. y otras multinacionales, que buscan una indemnización por confiscaciones de activos que se remontan a una década atrás, tienen contra Venezuela.
Generador de efectivo
“Es la primera vez que enfrento una situación como ésta”, manifestó Hongtao Jiang, estratega para mercados emergentes en Deutsche Bank AG. “Nadie sabe si es un 100% seguro”.
En medio de la peor caída en los precios del crudo en una generación, la economía de Venezuela se halla en caída libre, en tanto los alimentos y los medicamentos escasean y estalla la delincuencia callejera.
El gobierno, que depende de las ventas petroleras para casi la mitad del presupuesto nacional, enfrenta un acopio de efectivo menguante.
Si bien PDVSA no ha dejado de cumplir ninguno de sus pagos de intereses o capital, los inversores están ansiosos -los bonos rinden más de 20%- en tanto las reservas en moneda extranjera de Venezuela rondan un mínimo en 13 años de US$ 12,000 millones. Cuatro años atrás, ascendían a más del doble.
Pero Citgo es como la joya de la corona. A diferencia de productores afectados por el colapso del petróleo, las compañías que transforman el crudo en carburantes disfrutan de la reducción de un costo empresarial básico. “Ganan toneladas de dinero”, afirmó Brad Bell, analista de crédito en Fitch Ratings de Chicago.
Citgo, una empresa de 106 años -nació en 1910 como Cities Service Co.- fue blanco del tiburón de las finanzas T. Boone Pickens a comienzos de los años 1980 antes de ser absorbida por Occidental Petroleum Corp. de Armand Hammer.
PDVSA compró una participación de 50% en el 1986 y ha tenido el control completo desde 1990, siendo obligada posteriormente a contribuir al avance de las aspiraciones revolucionarias del partido gobernante venezolano.
Cada invierno, desde el 2005, Citgo, bajo órdenes de Caracas, abasteció de petróleo para calefacción a precio reducido a los refugios para personas sin techo y los necesitados a través de una organización sin fines de lucro de Boston dirigida por Joseph P. Kennedy II.
Era una manera que tenía el difunto líder venezolano Hugo Chávez de antagonizar y poner en ridículo al gobierno estadounidense y al entonces presidente George W. Bush, un hombre al que Chávez se deleitaba llamando “el diablo”.
Mientras tanto, en Caracas, el proyecto de utilizar a Citgo como garantía colateral ha generado alboroto en el Congreso, en tanto la oposición acelera los esfuerzos destinados a destituir a Nicolás Maduro, el sucesor elegido por Chávez.
El presidente de PDVSA, Eulogio Del Pino, fue convocado para explicar el canje de deuda en medio de exigencias de una investigación más exhaustiva.