A pesar de que la Reserva Federal siguió la tendencia y cumplió con las previsiones del mercado concretando un aumento de las tasas de interés del 0.25%, las acciones estadounidenses terminaron la semana con una baja.
Los tres índices principales retrocedieron respecto de las alzas de principios de semana: el índice Dow Jones Industrial Average registró una baja del 0.79% hasta cerrar en 17.128, el índice S&P 500 disminuyó un 0.35% hasta cerrar en 2.005 y el índice Nasdaq Composite, compuesto mayoritariamente por empresas tecnológicas, cayó un 0.20% y cerró la semana en 4.923. Mientras tanto, el rendimiento de las letras del Tesoro a 10 años subió del 2.12% al 2.20%, con la consiguiente caída de precio.
Según BlackRock se ha resuelto el misterio respecto a la Reserva Federal, al menos hasta la próxima reunión.
Sin embargo, aunque estamos dejando atrás el despegue, las acciones estadounidenses continúan enfrentando una larga lista de problemas ya conocidos: la falta de crecimiento orgánico de las ganancias, datos económicos heterogéneos y condiciones del mercado crediticio en deterioro. Lamentablemente, parece que el próximo año traerá más de lo mismo.
La mirada más allá de la Reserva Federal
El aumento de las tasas de 25 puntos básicos (pb) de la Reserva Federal cumplió con las previsiones del mercado y causó solo un impacto moderado en las tasas de interés a corto plazo y un efecto insignificante en la curva a largo plazo del Tesoro. Los inversionistas estaban enfocados más bien en lo que sucedería a continuación.
A pesar de que la Reserva Federal mantuvo su pronóstico implícito de cuatro aumentos para el 2016, lo que supera ampliamente las previsiones del mercado, los inversionistas se vieron reconfortados por el compromiso declarado de implementar un ciclo de ajustes gradual y la noción de que el banco central continuará reinvirtiendo su balance general hasta “lograr que quede bien establecida la normalización de la tasa de los fondos federales”.
Como consecuencia, las tasas a largo plazo permanecieron prácticamente sin cambios con respecto a principios de año, pero se observa una cierta incidencia sobre los bonos a más corto plazo y los mercados de divisas. El rendimiento de las letras del Tesoro a dos años superó el 1% por primera vez en cinco años y medio; además, el dólar registró un alza de más del 1% durante la semana.
A pesar de que la Reserva Federal cumplió con las previsiones en cierta medida, existen otros factores que están contribuyendo a deteriorar la percepción de los inversionistas. Los inversionistas continúan enfrentando las consecuencias de un dólar fuerte, la caída del precio del petróleo y los ajustes en las condiciones de los mercados financieros. La tercera cuestión ha sido un problema particular de este último tiempo.
El lunes pasado, los márgenes de alto rendimiento (la diferencia entre la rentabilidad de un bono de alto rendimiento y la de una letra del Tesoro con vencimiento comparable) alcanzaron casi los 700 pb, un nivel que no se había registrado desde junio del 2012. Como era de esperar, todo esto derivó en un vuelco en los flujos de inversión: los fondos estadounidenses negociados en bolsa de alto rendimiento experimentaron flujos de salida por un valor de US$1.700 millones. Además, cada vez se percibe más temor con respecto al alto rendimiento en los mercados bursátiles.
Continúan siendo heterogéneos los datos económicos de los Estados Unidos, lo que ha generado interrogantes en relación con las ganancias del 2016. Se mantiene firme la inflación básica y sigue bien la situación del sector inmobiliario, lo que se volvió evidente con el aumento en la construcción de nuevas viviendas y el otorgamiento de permisos de construcción en noviembre.
Sin embargo, en cuanto al sector industrial, disminuyó la producción industrial estadounidense con respecto al año pasado, lo que representa la primera contracción desde finales del 2009.
Los mercados fuera de los Estados Unidos están demostrando una mayor resistencia. La semana pasada, las acciones europeas registraron un alza de casi un 2%, liderada por Alemania. Las acciones se vieron favorecidas por una firme confianza de las empresas alemanas, así como por cifras sólidas en relación con la producción industrial.
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¿Podemos esperar más de lo mismo en el 2016?
Es probable que las acciones y los bonos estadounidenses finalicen el año prácticamente sin cambios. Este ha sido un año de gran volatilidad sin resultados significativos. Lamentablemente, es probable que se repitan el próximo año muchos de los factores que restringieron las acciones estadounidenses durante el 2015.
Los mercados pueden resistir un ciclo de ajustes moderados. Sin embargo, si la divergencia en las políticas monetarias entre la Reserva Federal y los demás bancos centrales provoca otra alza del dólar, esto seguirá siendo un obstáculo para las ganancias corporativas estadounidenses.
Además, el ajuste de las condiciones financieras, evidenciado en márgenes de crédito más amplios, está teniendo el efecto predecible en las acciones. Si bien creemos que puede estabilizarse el alto rendimiento (al margen de las cuestiones de las compañías energéticas y otras empresas de recursos naturales) en el 2016, la realidad es que nos estamos quedando atrás con respecto al ciclo de crédito.
Esto sugiere que, posiblemente, las acciones y los bonos estadounidenses continúen enfrentando dificultades, a menos que se observe una aceleración más significativa en la economía mundial.
En este contexto, recomendamos mantener la sobreinversión en las acciones con cobertura de divisas europeas y japonesas. A pesar de que ninguno de los mercados tuvo un año estelar, en términos de moneda local, registraron un mayor rendimiento que las acciones estadounidenses (550 y 1.100 pb, respectivamente) en lo que va del año. Creemos que podría continuar esta tendencia el próximo año.