(Bloomberg).- Lo que pasa en Pekín no se limita a Pekín. Los elevados costos de mantener la paridad fija del yuan respecto del dólar estadounidense en un contexto de debilitamiento de los datos económicos llevaron a una sorpresiva devaluación de la moneda china el 11 de agosto.
Desde entonces, ha pasado a considerarse la medida como la causa de la turbulencia que reina en los mercados financieros desde hace un mes y llevó a devaluaciones en otros países que tenían paridades cambiarias fijas.
La salida de capitales ha sido el mayor dolor de cabeza de las autoridades chinas. Las olas de dinero que abandonan la segunda mayor economía del mundo presionan el yuan a la baja y tienen un efecto deletéreo en la liquidez interna, que es lo último que necesita un país que ha gozado de un prolongado crecimiento alimentado por crédito.
Como el delicado equilibrio chino no es una solución permanente, los actores del mercado se preguntan cómo –y cuándo- podría terminar.
Analistas de Deutsche Bank, Barclays y Société Générale estimaron la semana pasada que el Banco Popular de China redujo sus reservas entre US$100.000 millones y US$ 200,000 millones en agosto a los efectos de estabilizar el yuan luego de que la devaluación llevara a los operadores a probar cuánto podía presionarse la paridad cambiaria sin que cediera la salida de capitales. La reciente estabilidad del tipo de cambio ha sido, en ese sentido, una fachada, y muy cara.
“El Banco Popular de China dio muestras de gran actividad en el mercado spot luego de la modificación del régimen cambiario del 11 de agosto, en comparación con las 20 sesiones anteriores y el promedio del último año”.
Por su parte, el equipo cambiario y de tasas de Barclays estima que el BPC tendría que reducir el ratio de exigencia de reservas como mínimo 40 puntos básicos por mes tan sólo para compensar los efectos negativos en la liquidez producto de sus intervenciones, dado el ritmo actual de salida de capitales.
Ese equilibrio frágil, sin embargo, podría persistir durante más tiempo de lo que podría pensarse.
Incluso luego de la devaluación de agosto, Yao, de Société Générale estima que el Banco Popular de China tiene reservas internacionales por US$3,5 billones. Según datos oficiales difundidos el lunes, las reservas chinas declinaron una suma menos impresionante –pero de todos modos significativa- de US$ 93.900 millones en agosto, lo cual las dejaría en US$ 3.56 billones.
Es probable que las autoridades chinas quieran mantener una considerable amortiguación bajo la forma de reservas internacionales, por lo que Yao piensa que sólo estarían dispuestas a vender US$ 1 billón de activos para defender el yuan. Eso sugiera que es probable que China pueda mantener sus actuales tácticas de administración de la paridad cambiaria durante muchos meses, pero no necesariamente años.
Las autoridades chinas pueden tratar de estabilizar su tipo de cambio mediante otras medidas aparte de la intervención directa. Yao, de Société Générale, sugiere que la imposición de más controles de capital podría evitar que más fondos abandonaran el país.
Por otro lado, Zhiwei Zhang, economista jefe para China de Deutsche Bank, destaca que le gobierno podría abrir los mercados financieros a más participantes, como compañías aseguradoras, a los efectos de atraer flujos de dinero al país.
Afortunadamente para China, la tormenta parece estar cediendo, por ahora.