Un peso argentino inestable es lo que quiere el banco central

Los funcionarios de todo el mundo han implementado procedimientos para evitar las rápidas alzas y bajas que hacen que para las empresas sea difícil planear y ponen nerviosos a los ahorristas respecto a la conveniencia de permanecer en la moneda local.

Las grandes fluctuaciones no suelen ser algo que les guste a las autoridades.
Las grandes fluctuaciones no suelen ser algo que les guste a las autoridades.

(Bloomberg).- El peso argentino es la moneda más volátil del mundo, y eso no es problema para el banco central.

Las grandes fluctuaciones no suelen ser algo que les guste a las autoridades. Los funcionarios de todo el mundo han implementado procedimientos para evitar las rápidas alzas y bajas que hacen que para las empresas sea difícil planear y ponen nerviosos a los ahorristas respecto a la conveniencia de permanecer en la moneda local.

Pero en Argentina, la volatilidad es justo lo que se necesita luego de una década en la que el precio sólo se movía en una dirección: un lento y continuo debilitamiento frente al dólar. Después que el presidente Mauricio Macri asumió su cargo en diciembre, devaluó el peso y permitió el libre acceso al mercado por primera vez en cuatro años, su banco central en general no ha intervenido. Las autoridades quieren eliminar cualquier idea de que la trayectoria es un resultado inevitable que debería fijar las expectativas de inflación, estimada en alrededor del 30 por ciento.

“Es un mercado más desafiante que antes, sin duda”, dijo Cristian Gardel, máximo responsable ejecutivo de la sociedad de bolsa Pampa Trading SA en Nueva York. “Con tanta volatilidad, ahora es mucho más interesante para los operadores”.

Pares de la Argentina.
Los pares de la Argentina, de México a Perú, están tratando de combatir las turbulencias cambiarias después de un comienzo de año demencial para los mercados emergentes. Las monedas latinoamericanas, encabezadas por el peso argentino, fluctuaron más en los últimos 180 días que en cualquier otro período similar desde la crisis financiera mundial de 2008 y 2009.

El banco central de Perú, que ha pasado años tratando de apuntalar su moneda, la semana pasada realizó una encuesta entre los operadores sobre la posibilidad de intervenir para debilitar el sol. El mes pasado, Colombia adoptó un mecanismo de intervención más sensible y México directamente vendió dólares.

Si bien los bancos más grandes del mundo redujeron la cantidad de personal de los departamentos de operaciones cambiarias en más de una cuarta parte desde 2010, en Argentina la demanda está creciendo vertiginosamente, según Gardel, que dice que las casas de bolsa tienen particular interés en los operadores de futuros de divisas. Este mes el peso subió 8.2% a 14.6 por dólar a las 9:52 hora de Nueva York el lunes, en tanto los rendimientos de las notas del banco central treparon a 38 por ciento. La moneda fluctuó entre 12.72 por dólar y 15.95 desde la devaluación.

La volatilidad implícita a tres meses, que mide las expectativas de las fluctuaciones futuras de precios, aumentó a más del doble desde que Macri llegó a la presidencia, alcanzando el 30%, la más alta entre las aproximadamente cuarenta monedas que sigue Bloomberg en todo el mundo. Durante esas fluctuaciones, el banco central intervino sólo un puñado de veces, evitando gestionar la moneda de manera rigurosa.

“No queremos que el precio sea unidireccional, como solía ser”, declaró Demian Reidel, miembro del directorio del banco central, en una entrevista con el diario argentino Clarín publicada el 6 de marzo. “Buscamos darle volatilidad”.

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