¿Son los gobiernos un desastre? El mercado dice que no es así

Si las bajas tasas de interés sobre deudas soberanas son el mejor indicador de confianza en los Estados que las emiten, el mercado se mantiene impertérrito.

(Bloomberg) Alarmistas de ambos lados del Atlántico nos hacen creer que los gobiernos están fracasando. Mencionan la violencia racial desde Charleston, Carolina del Sur hasta Dallas, Tejas; a los votantes británicos escogiendo salir de la Unión Europea; la oleada de inmigrantes de la guerra en Siria; masacres inspiradas en el terrorismo desde Bruselas a San Bernardino, y a la anémica economía global que está dividiendo a generaciones de trabajadores, familias y comunidades.

Entre los inversionistas, sin embargo, la plena confianza y credibilidad en los Estados están en su máximo histórico, según datos recogidos por Bloomberg.

Si las bajas tasas de interés sobre deudas soberanas son el mejor indicador de confianza en los Estados que las emiten, el mercado se mantiene impertérrito.

El rendimiento de los valores a corto y largo plazo nunca ha sido menor, según Andy Haldane, economista jefe y director de análisis monetario y estadísticas en el Banco de Inglaterra.

Dado que estas tasas de interés son referencias para los gobiernos de estados y municipios, su costo de endeudamiento también se ha desplomado a un mínimo histórico. Las municipalidades de EE.UU. se están financiando a 1,54% este mes, menos que el 1,67% de 1945 o el 4,71% de 1933, según datos de Bloomberg y la Oficina de Publicaciones del Gobierno de los Estados Unidos.

Alguna vez creciente, el déficit fiscal como porcentaje del PIB se está contrayendo en EE.UU. a un 2,5%. de un 10,1% en el 2009; y en Alemania está ahora con un 0,7% de superávit.

Retornos a 30 años
Para los tenedores de bonos, el retorno total (ingreso más apreciación) ha sido una fiesta, incluso superando al oro, la reserva de valor favorita de los alarmistas. Durante los últimos 30 años, la deuda soberana mundial ha redituado un 576%, o más del doble del 271% de rédito del oro, mientras los títulos del Tesoro de EE.UU. redituaron un 529%, según datos de Bloomberg. La rentabilidad del bono a 10 años del Tesoro de EE.UU., que llegó a 15,8% en 1981, es de 1,3%o este mes, la menor desde que Bloomberg comenzó a recopilar estos datos en 1962.

Las tasas en sus mínimos históricos son un síntoma de lo que muchos economistas, encabezados por Larry Summers, ex Secretario del Tesoro y ex presidente de Harvard, llaman estancamiento secular: reducción del crecimiento demográfico e insuficiente innovación tecnológica y de inversión de capital. Esos economistas también interpretan las tasas bajas en EE.UU. y otras deudas soberanas como una oportunidad para lograr que las economías se dinamicen, ya que los gobiernos pueden endeudarse a bajo precio para pagar mejoras en la infraestructura y con esto crear demanda de trabajos mejor pagados en la construcción mientras se invierte en el futuro de todos.

El mercado coincide. Hasta ahora, en el siglo XXI, la venta de bonos para financiar carreteras, puentes, hospitales, alcantarillados y escuelas, ha conseguido mejores resultados que toda la deuda de los gobiernos de estados y municipios y también que la bolsa e incluso que el oro, según datos de Bloomberg. Esto por la combinación de los retornos después de impuestos y de costos financieros en mínimas récord. El costo de endeudamiento para las autopistas de peaje, un parámetro de referencia del financiamiento de infraestructura en EE.UU., está en un 1,7%, nunca antes visto.

Desempeño desde el 2004

Desde que existen datos, a partir de 2004, los bonos de peaje redituaron un 89%, superando ampliamente la marca de 74% del mercado de valores municipales. El índice Standard & Poor’s de acciones de EE.UU. tuvo un 87% de retorno después impuestos para empresas de la categoría tributaria del 28% más bajo; dado que la mayoría de los inversionistas de valores exentos de impuestos están en la categoría tributaria del 35% más alto, la ventaja de los inversionistas en bonos de infraestructura ha sido, en realidad, mayor.

Por cierto, nada se acercó al 403% de retorno del oro durante los últimos 15 años, cuando los bonos corporativos mundiales de alto rendimiento redituaron un 223%, los bonos corporativos con grado de inversión un 139%, los bonos soberanos mundiales un 132% y los Bonos del Tesoro un 102%. Pero las fluctuaciones del precio del oro son cuatro veces las de los bonos del Tesoro de EE.UU. Ajustado sobre la base de riesgo/beneficio, el oro se ha ido quedando atrás con respecto a las otras categorías del mercado. Durante los últimos 5 años, por ejemplo, los bonos corporativos de alto rendimiento mundiales ganaron un 32%, seguidos por los Bonos del Tesoro de EE.UU. con 19%, los bonos mundiales con grado de inversión con un 18 y la deuda soberana internacional con un 9%. El oro perdió un 16%, según datos de Bloomberg.

El oro también pierde cuando se toman en cuenta los impuestos. La deuda en infraestructura de EE.UU. es mayoritariamente libre de impuestos, lo que la ayudó a superar a acciones y bonos no sólo en el largo plazo, sino también durante los últimos dos años e, incluso, en los últimos 12 meses. Durante éstos, redituó más de un 10%, comparada con la marca de 8% de los bonos municipales y el 3,6% después de impuestos del S&P 500. Durante los últimos 10 años, cuando los bonos de infraestructura redituaron un 82%, el oro ganó un 76% después de impuestos (asumiendo que la mayoría de los inversionistas están en la categoría tributaria del 35%), y su volatilidad, o fluctuaciones en el precio, fue casi 6 veces la de los bonos.

Este año, hasta el momento nada está ni cerca de igualar los retornos de la deuda de infraestructura en el mercado municipal, donde la deuda de la autoridad carretera de Carolina del Norte se ha revalorizado más de un 22%, seguida por la autoridad de la Carretera Pública E-470 de Colorado con 12% y por la comisión de transporte del condado de Riverside en California con 11% , según datos de Bloomberg.

Entonces, cuando Larry Summers pide “un nuevo enfoque”, empezando desde “la idea de que la primera responsabilidad de un Estado es maximizar el bienestar de los ciudadanos, y no perseguir un concepto abstracto de bien global”, y dejar que la gente “sienta que está moldeando la sociedad en la que vive”, el mercado ya ha ratificado esta política, haciendo de la infraestructura una de las mejores inversiones de nuestro tiempo.

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