(Bloomberg).- Uno encarga un robot en línea y lo pone en marcha en casa. Al comienzo, la máquina no hace mucho; simplemente lo sigue a uno y observa su rutina diaria: pasear el perro, hacer lasaña, lavar los platos. Pero al poco tiempo el robot ha aprendido a convertirse en su sustituto, haciéndose cargo de tareas cotidianas como para que uno pueda concentrarse en otras más interesantes.