La literatura académica sugiere que casi todo producto exitoso tuvo algún fracaso en algún punto de su linaje. Pero dentro de la mayoría de las compañías, trabajar en algo que “fracase” comercialmente conlleva un estigma significativo, si no es que un abierto riesgo profesional. No sorprende que la gente juegue a la segura. Eso no quiere decir que las compañías deban fomentar el fracaso. Cuando la gente hace algo estúpido, comete errores descuidados o echa a perder algo con drásticas repercusiones para el negocio, absolutamente debería ser responsabilizada. El truco está en reconocer que en las primeras etapas de la innovación, lo que al principio parece un fracaso es todo menos eso. El éxito en la innovación conlleva experimentación disciplinada, y aprender del fracaso es parte importante de eso. (Adaptado de “The 6 Most Common Innovation Mistakes Companies Make”, de Scott Anthony, David Duncan y Pontus M.A. Siren)