CORRUPCIÓN. La reciente sentencia del Poder Judicial contra el empresario Lelio Balarezo por delito de defraudación tributaria ha remecido no solo al sector empresarial, sino a toda la sociedad.
No porque la defraudación tributaria sea un delito poco común (solo el año pasado 50 contribuyentes fueron sentenciados por dicha infracción, según la Sunat), sino porque de un empresario que lidera un gremio se espera un comportamiento intachable.
Los líderes gremiales sirven de nexo para exponer las necesidades de su sector frente al Estado y la sociedad; reclaman, hacen pedidos, y por ello deben tener la autoridad moral para exponer ideas y ser escuchados, más cuando muchos de sus reclamos tienen relación con las “exigencias de la Administración Tributaria”.
Que existan empresarios corruptos no significa que todos lo sean, ni mucho menos se debe descalificar a los gremios empresariales. Sin embargo, sí es necesario un pronunciamiento claro y público por parte de estos.
La sociedad requiere que los gremios empresariales sancionen de manera ejemplar las faltas graves y los casos de corrupción que se detecten, solo así podrán mejorar su imagen, pues muchos ciudadanos creen que los empresarios solo se preocupan por sus intereses.
Ya en la CADE del año pasado, los empresarios aseguraban que la mejor medida para reducir la corrupción en las empresas es la sanción moral o social. Hoy es el momento para ser consecuentes con sus declaraciones.
El 57% de empresarios reconoce que la evasión tributaria es una de las principales prácticas de corrupción en el sector empresarial peruano, según una encuesta de Ipsos Perú para el Banco Mundial.
Si los empresarios son conscientes de sus fallas y buscan corregir errores, ¿por qué no funcionan mejor sus comités de ética? ¿Por qué no muestra resultados el “Compromiso por la Integridad” que firmaron Confiep, la Presidencia del Consejo de Ministros y la Contraloría General de la República? ¿Por qué todos los gremios empresariales no presentan una propuesta única para combatir la corrupción?
Esperamos que los empresarios estén en capacidad de hacer un acto de contrición, pues la mujer del César no solo debe ser honrada, además, debe parecerlo.