Editorial: “Damnatio memoriae”

Es necesario sentarse a pensar cómo es la Lima que queremos y establecer líneas de trabajo generales de largo plazo.

Lima no merece que cada cuatro años se empiece de cero.
Lima no merece que cada cuatro años se empiece de cero.

BORRAR EL PASADO. Un tema que se critica siempre a nivel del gobierno central es la falta de continuidad en el trabajo que se realiza. Bajo esa premisa, se creó el Acuerdo Nacional, para tratar de priorizar los temas más importantes para el Perú y que todas las fuerzas políticas coincidieran en cómo gestionarlas, de tal manera que los cambios de gobierno no afectaran la continuidad de algunas políticas públicas.

Quizás ha llegado el momento de pensar en alguna entidad similar para la Municipalidad de Lima. Es necesario sentarse a pensar cómo es la Lima que queremos y establecer líneas de trabajo generales de largo plazo en temas muy concretos (transporte, seguridad ciudadana, urbanismo, etc.) para que ningún gobierno municipal pueda aplicar la política del borrón y cuenta nueva.

Lima no merece que cada cuatro años se empiece de cero ni que se quiera aplicar la “damnatio memoriae”, (figura de la antigua Roma que consistía en eliminar toda huella de alguna persona que era considerada enemigo del Estado), más aún cuando ello significa retroceder y regresar a situaciones que nadie desea.

En el caso del alcalde Luis Castañeda, sería importante que, habiendo tenido experiencia previa de gobierno, empiece por los temas más álgidos para la capital. Ofreció –y aún no vemos avances– arreglar el puente Bellavista en el Cercado, terminar el túnel Santa Rosa y evaluar de manera seria y objetiva el Corredor Azul, todos ellos temas vinculados al tránsito, uno de los aspectos, junto a seguridad ciudadana, que más preocupan a los habitantes de Lima.

También sería importante que antes de poner a “Lima bonita” o preferir un color específico de flores, que son temas “cosméticos”, defina cuál será el plan de trabajo para la dirección de cultura, algo que nadie tiene claro.

Al burgomaestre debemos recordarle que la popularidad es efímera, que Lima no es la misma que cuando él se fue y que su mayor preocupación como alcalde no puede ser saber si la ley de no reelección, aprobada recientemente por el Congreso, le afectará o no.

Lo único que necesita Castañeda para hacer olvidar a Susana Villarán es trabajar mejor. Realmente no la tiene difícil.

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