Editorial: Día de derrotas

Reforzar la institucionalidad del país es fundamental para asegurar una verdadera democracia.

Julia Príncipe
Julia Príncipe

Políticamente incorrecto. Con una interpelación en camino, todo hacía suponer que los esfuerzos del Ejecutivo estarían centrados en buscar consensos. Sin embargo, como quien decide echarle sal a una herida abierta, la primera medida de la mañana fue destituir del cargo de procuradora a Julia Príncipe.

De nada sirve que, formalmente, se haya justificado la destitución con el argumento de que se trata de un cargo de confianza y que ella no cumplió la obligación, establecida en el 2008, de tener que solicitar autorización antes de declarar a la prensa. La percepción de la población es que se ha retirado de su cargo a una procuradora con 12 años de servicio únicamente por haber iniciado una investigación contra Nadine Heredia.

Horas más tarde, habiendo quitado del camino a una figura incómoda para el Gobierno y sabiendo que su destino ya estaba definido, el ministro Adrianzén decidió no esperar la censura del Congreso y renunció. Una medida que dice poco de su entereza, pues lo políticamente correcto era asumir sus decisiones como ministro y responder al Congreso por las mismas. Sin embargo, su renuncia no hace sino confirmar que nunca estuvo a la altura del cargo que detentó y que su labor se centró en trabar el trabajo de la Procuraduría en cualquier investigación que incluyera a la pareja presidencial.

Sin embargo, y como si se tratara de justicia divina, el Tribunal Constitucional resolvió por unanimidad acoger el Recurso de Agravio Constitucional presentado por la procuraduría del Ministerio Público y por tanto dejó el camino libre para que continúen las investigaciones a Nadine Heredia y su entorno por el presunto delito de lavado de activos en el marco del periodo comprendido entre los años 2006 y 2015.

Habrá que esperar para ver si, tras las actitudes del Ejecutivo, el Ministerio Público mantiene la independencia debida y realiza las investigaciones con la seriedad que corresponde. Por parte del Congreso queda eliminar el nefasto requisito de autorización que necesitan los procuradores para poder declarar a la prensa y garantizar la independencia de la procuraduría. Reforzar la institucionalidad del país es fundamental para asegurar una verdadera democracia.

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