Editorial: El dinero no sobra

“Ningún programa social será eficaz si no va de la mano de la creación de capacidades”.

POBREZA. Uno de los resultados que más resaltó Ollanta Humala de su Gobierno fue el de los programas sociales. Incluso creó un ministerio para que manejara tanto los programas que continuaron como los que fueron creados. Gracias a estos programas, se afirma, la pobreza se redujo en 5 puntos porcentuales y la pobreza extrema en 2 puntos. Sin embargo, el cambio de Gobierno obliga a darle una nueva mirada al tema y lo que se muestra son más sombras que luces.

Así, si bien en el quinquenio pasado se crearon 31 nuevos programas sociales, que sumados a los dejados por las administraciones anteriores demandan una inversión que supera los 12,000 millones de soles, solo uno de ellos cuenta con una evaluación de impacto que respalda el cumplimiento de sus objetivos.

Las declaraciones de la ministra Cayetana Aljovín evidencian que hoy más que nunca es necesario un análisis exhaustivo de cada programa existente: conocer cuál es su situación actual, establecer la línea de impacto de cada uno, determinar cuáles deben mantenerse, evitar las filtraciones para asegurarse que está llegando a quienes debería llegar y limitar los gastos administrativos a los estrictamente necesarios. Que el personal del Midis se haya incrementado en 138% en cuatro años es materia de preocupación.

Es verdad que los programas sociales han servido para evitar que muchas familias caigan en la línea de pobreza extrema, sin embargo, es importante repensar si ese es el camino adecuado para lograr efectos sostenibles de largo plazo. Desde nuestra perspectiva, ningún programa social será eficaz si no va de la mano de la creación de capacidades. Además, es indispensable recordar que si bien el crecimiento económico no basta para lograr la reducción de la pobreza sí es un requisito indispensable, y esa debe ser la mayor apuesta del Gobierno.

Como ya hemos dicho antes, el esquema de desarrollo de un país no puede ser mantener a una persona durante todas las etapas de su vida recibiendo ayuda asistencial y viviendo de los impuestos de todos los peruanos. Más aún en momentos en que los ingresos del Estado son cada vez menores, al Perú no le sobra el dinero, y por ello es necesario repensar en qué se invierten los ingresos. Sin que eso signifique dejar de atender a los peruanos en pobreza extrema, pero de manera eficiente.

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