Editorial: Futuro incierto

Venezuela está viviendo las consecuencias de la aplicación del modelo que privilegia el intervencionismo estatal, que una vez más ha demostrado que no funciona y solo genera que un país potencialmente muy rico pase hambre.

(Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)

Venezuela. La crisis en la nación de Simón Bolívar se acentúa. En materia económica, a la escasez de alimentos, medicamentos y otros productos básicos se ha sumado la necesidad de reducir el consumo de electricidad durante las próximas siete semanas, pues en gran medida dependen de la generación hidroeléctrica y actualmente el país vive una fuerte sequía. Esta necesidad ha llevado a que el presidente Nicolás Maduro declare los días viernes como no laborables para todo el país, y que el sector público trabaje apenas dos días a la semana, además se ha exigido a algunas empresas que generen su propia electricidad nueve horas al día.

“Venezuela vive las consecuencias de la aplicación del modelo que privilegia el intervencionismo estatal”.

El anuncio del aumento salarial ha servido muy poco para tranquilizar a la población pues el incremento apenas alcanza para comprar “tres cartones de huevos”. Esta situación ha generado que la desaprobación del presidente
Nicolás Maduro aumente y llegue a 71.5%. Ahora, nueve de cada 10 venezolanos creen que la situación de su país es “negativa”.

El descontento de la población va en aumento y está polarizando mucho más la situación política. Nicolás Maduro ha ido endurecido su discurso desde que la oposición obtuvo mayoría absoluta en la Asamblea Nacional iniciándose los enfrentamientos entre los diferentes poderes públicos venezolanos, con acusaciones de traición a la patria y sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que dejan sin efecto decisiones tomadas por la Asamblea Nacional. Seguramente, todo irá empeorando luego que, tal como al parecer sucederá, se dé luz verde para la activación del referendo revocatorio contra el presidente Maduro.

El día a día en el país caribeño se complica cada vez más, pues a toda esta situación se suman denuncias de corrupción y se agrava la inseguridad de las personas.

Venezuela está viviendo las consecuencias de la aplicación del modelo que privilegia el intervencionismo estatal, que una vez más ha demostrado que no funciona y solo genera que un país potencialmente muy rico pase hambre. Además, deja ver su peor cara al limitar las libertades de todo aquel que piense diferente.

Venezuela se está hundiendo y, con ella, el “socialismo del siglo XXI”. Debido a estas malas experiencias, en cada elección la población de América Latina continúa mirando hacia la derecha para elegir a sus gobernantes.

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