UNA LUCHA CONTINUA. El perfil bajo que cultivan algunos empresarios es motivo de frustración para los periodistas especializados. Así que obtener unas declaraciones suyas es propicia para publicar un artículo de portada que se convertirá en lo más discutido de la semana, pese a que generalmente el entrevistado no brindará cifras, sino algo más significativo: una cita que resuma su experiencia como creador de riqueza en el país.
Alberto Benavides de la Quintana y Johnny Lindley Taboada pertenecían a ese grupo que prefiere trabajar en lugar de parlotear –o quejarse porque las cosas no van bien–. Como se dice, ser empresario en el Perú no es fácil, pero hagamos un repaso por las condiciones que los negocios enfrentaban hace apenas tres o cuatro décadas: gobiernos militares, un Estado que competía con los privados en casi todos los sectores, tipos de cambio para todos los gustos, control de precios y repentinos cambios de rumbo en la política económica, además de terrorismo.
En medio de ese entorno caótico, algunos prefirieron seguir trabajando y asumir su papel de emprendedores. En el caso de Benavides, quien falleció el miércoles a los 93 años, la minería peruana le debe a él –y a un pequeño grupo de innovadores locales y extranjeros– su transformación del esquema colonial con que operaba a principios del siglo pasado a uno moderno, que ha ido actualizándose y adaptándose a los cambios. El principal de esos cambios no tiene que ver con las tecnologías para extraer y procesar mineral, sino con la importancia que se otorgó al capital humano.
Johnny Lindley Taboada falleció el 28 de enero, a los 84 años, y su legado quizás sea más cercano pues fue quien convirtió a Inca Kola en la “bebida de sabor nacional”, un activo que fortaleció el valor de la Marca Perú varias décadas antes de que se pensara en crearla, además de un caso de éxito en branding cuando este concepto era desconocido en el país.
No podemos dejar de mencionar a otro visionario que predicaba con su trabajo: Mario Brescia Cafferata, quien falleció hace nueve meses a los 83 años y junto con su hermano Pedro, fue pionero en la organización de los negocios bajo una estructura corporativa. La lección que nos dejan estos tres emprendedores es que sí es posible hacer negocios de nivel internacional en el Perú. Hay que seguir ese ejemplo.