LAS BARBAS EN REMOJO. La economía todavía no levanta. Incluso, esta vez podemos decir con suerte que nos seguimos desacelerando en vez de decir que estamos retrocediendo, una barrera psicológica muy importante que afortunadamente no llegamos a cruzar pero que estuvimos muy cerca. El mes de junio registró con las justas un crecimiento de 0.3%, la cifra más baja en casi cinco años.

El bajón de junio no es una sorpresa, la verdad. Aparte de los indicadores adelantados, desde hace algunas semanas autoridades y analistas vienen haciendo señas, con el fin de amortiguar el impacto, para decir que junio no iba a ser bueno. Así, por ejemplo, antes de que el INEI reporte la cifra oficial, el ministro de Economía se adelantó y dijo que “no hay que entrar en pánico por un dato […] el segundo semestre es el piso y de ahí comienza la recuperación”.

Pero lo cierto es que la historia de la recuperación viene repitiéndose sistemáticamente desde hace un tiempo mientras que la tendencia se ha mantenido a la baja desde el 2011. La pregunta entonces es si esta vez habrá un verdadero punto de inflexión. Los datos adelantados de julio no son muy optimistas tampoco que digamos. La recaudación tributaria cayó 3.5% -particularmente el IGV interno bajó 4.5%- y los despachos de cemento se contrajeron en 3.9% a nivel nacional.

La teoría del punto de inflexión recae sobre la tesis de que el potencial de la economía sigue siendo 6% -es decir, la desaceleración es transitoria- y sobre los grandes proyectos de infraestructura y minería que se pondrán en marcha –o entrarán a su fase de mayor capacidad- en el último semestre.

El problema está en que con un crecimiento de la inversión privada cercano al 0% en el primer semestre y condiciones externas –relacionadas a precios- no tan buenas como en la década anterior podría cuestionarse, fácilmente, nuestro potencial.

El principal reto que tiene este gobierno en estos momentos no es el de reactivar la economía, sino el de reactivar la inversión privada. Y para ello, no ha hecho esfuerzos suficientes en los dos campos más importantes: el laboral y el tributario. De otra forma, habrá que recalcular nuestro potencial y seguir postergando la recuperación.