El editorial de Gestión: “Removiendo aranceles”

La experiencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos Unidos nos permite prever los beneficios de la Alianza del Pacífico.

LIBRE COMERCIO. Pese a las inacabables advertencias sobre los nefastos efectos que podría tener el tratado de libre comercio (TLC) entre Perú y Estados Unidos –incluyendo, entre otros, la desaparición de ciertas industrias y la pérdida masiva de empleo–, cinco años después, el Perú todavía no sufre ninguna debacle. Por el contrario, en este periodo, muchos peruanos han sabido beneficiarse de una serie de oportunidades que trajo consigo el TLC con Estados Unidos.

Así, las exportaciones totales peruanas hacia Estados Unidos aumentaron 25% en los últimos cinco años. El sector agrícola (una de las supuestas primeras víctimas de la liberación del comercio) ha sido particularmente beneficiado con este acuerdo. Y dentro de este grupo, las exportaciones agropecuarias no tradicionales –las de mayor valor agregado y las que generan mayor empleo– casi se duplicaron desde la entrada en vigencia del TLC. Además, según la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Magali Silva, las pequeñas y medianas empresas (pymes) fueron las mejor posicionadas para aprovechar el mayor intercambio comercial.

Ahora bien, este ejemplo solo puede servirnos de ilustración respecto a los beneficios que se derivarán del protocolo que se firmó ayer entre los países de la Alianza del Pacífico. La eliminación del 92% de aranceles –para luego proceder con el 8% restante de forma gradual– sobre bienes, capitales y servicios entre Colombia, Chile, México y Perú (y posteriormente Costa Rica) ha sido calificada por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, como un acuerdo “trascendental”.

Y no se equivoca. Según las proyecciones del FMI, el PBI del bloque de la Alianza del Pacífico se expandiría en 34.6% en los próximos cinco años para llegar a ser la quinta economía más grande del mundo. Las oportunidades para el Perú son inmensas, no solo por los nuevos mercados que esto implica para nuestros productos, sino también por las condiciones para generar cadenas productivas regionales a fin de exportar a otros mercados, como el asiático o el europeo.

A fin de cuentas, al igual que hace cinco años, debemos concentrarnos en aprovechar lo que este nuevo escenario ofrece. La competencia es más dura, pero la recompensa es mucho mayor.

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