Editorial de Gestión: Sin una de las muletas

En el corto y mediano plazo continuarán las presiones devaluatorias sobre el sol.

Rserva Federal de Estados Unidos. (Foto: Reuters)
Rserva Federal de Estados Unidos. (Foto: Reuters)

FIN DEL TAPERING. En octubre, la Reserva Federal de Estados Unidos dio por terminado su último programa de compra de activos conocido como QE3 por sus siglas en inglés. El anuncio no fue ninguna sorpresa dado que las compras mensuales se han ido reduciendo gradualmente desde hace un año en que comenzó el tapering. Sin embargo, este evento marca el fin de un ciclo de seis años en el que la inyección de dólares nuevos ha sido parte central de la política monetaria estadounidense.

La idea principal detrás del estímulo monetario fue dotar de liquidez a los mercados financieros en un contexto adverso y de temor generalizado.

La abundancia de dinero ayudó a empujar los precios hacia arriba y –junto con una tasa de referencia cercana al 0%– a estimular la demanda, haciendo a las inversiones más atractivas. De paso, también colaboró con devaluar la moneda para ayudar a los exportadores.

De ahora en adelante, entonces, tanto los activos financieros como la inflación y las exportaciones tendrán que vérselas sin una de las muletas prestadas por la Fed. La otra, la tasa de interés en 0%, se mantendrá un tiempo más.

Para algunos críticos, el retiro fue demasiado prematuro por las preocupaciones acerca del crecimiento mundial, arrastrado por el pobre desempeño de Europa, y el riesgo, todavía latente, de una deflación.

Pero eso no debería ser problema. En el peor de los casos, la Fed puede fácilmente revertir su política y lanzar un nuevo paquete de estímulo.

Lo más dramático, sin embargo, es lo que se viene. Probablemente, alrededor del tercer trimestre del próximo año la Fed realice el primer aumento en su tasa de interés, un golpe anunciado pero inevitable, seguido por el retiro paulatino de los paquetes de estímulo.

En el corto y mediano plazo entonces continuarán las presiones devaluatorias sobre el sol. Esto debería ayudarnos a cerrar el déficit en cuenta corriente que se ha estirado peligrosamente este año. El otro efecto, la salida de capitales, dependerá tanto de la reacción de los mercados desarrollados como de nuestra capacidad para implementar reformas que aseguren el crecimiento de mediano plazo.

Mientras los inversionistas vean retornos altos y sientan que su dinero está relativamente seguro acá, el capital seguirá llegando.

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