CANDIDATOS. La inscripción de las planchas presidenciales ya terminó, con 19 aspirantes. Como parte de las exigencias legales, cada postulante a la Presidencia o vicepresidencia ha debido presentar su “hoja de vida”, que en la práctica funciona como una declaración jurada sobre sus ingresos y los bienes que poseen, ya sean muebles, inmuebles o vehículos. Además, deben informar sobre si existen procesos judiciales en su contra, dónde estudiaron, dónde trabajan y cuál es su domicilio actual.

Esta exigencia no es nueva, se aplica desde las elecciones presidenciales del 2006. Sin embargo, hasta antes del 2015, la declaración sobre bienes y rentas no era obligatoria, pero a partir de la última modificación a la Ley de Partidos Políticos toda omisión de información o información falsa que sea consignada generará la exclusión del candidato, es más, si la omisión se refiere a procesos judiciales su salida es automática.

Una rápida revisión de las hojas de vida presentadas deja ver que varios de los postulantes desconocen la norma y las consecuencias de no consignar información exacta, pues es poco creíble que cuatro de las personas que buscan ser presidentes y algunos vicepresidentes no posean ningún ingreso, ¿no trabajan?, ¿cómo viven?, otros han dado el monto de sus ingresos, pero no de dónde proceden. Algunos candidatos a las vicepresidencias han consignado ingresos por once soles o inmuebles valorizados en S/ 500. Y están aquellos que se han olvidado de los procesos que se siguen en su contra o incluso del lugar dónde viven.

La experiencia más reciente de una exclusión se dio en las elecciones municipales del 2011, cuando Alex Kouri salió de la contienda por dar información errónea respecto a su lugar de residencia.

Para evaluar a los partidos en contienda se toman en cuenta diversos aspectos como planes de gobierno y equipos técnicos, entre otras variables. La hoja de vida es solo un punto más de muchos a considerar, sin embargo, es importante pues si una persona no es veraz al informar los datos allí consignados genera desconfianza. Si miente en algo tan básico como sus ingresos y bienes no puede esperar que la población crea en sus propuestas.