#JESUISCHARLIE. El ataque terrorista a la revista francesa Charlie Hebdo, en el que murieron doce personas entre editores, caricaturistas, periodistas, personal administrativo y policías, y fueron heridas otras once a manos de tres fundamentalistas islámicos, no solo fue un atentado contra la publicación parisina sino también contra la libertad de prensa en todo el mundo.
El semanario Charlie Hebdo es conocido por su humor ácido e irreverente, que incluía controvertidas caricaturas de distintas religiones e ideologías políticas. En más de una ocasión, la revista había recibido amenazas de parte de grupos radicales islámicos por lo que consideraban que era una ridiculización de su religión; pero Stephane Charbonnier, el editor principal –quien murió en el ataque– siempre se mantuvo firme en su línea editorial y en su derecho a ofender amparado por la libertad de expresión en su país.
La imposición de la censura a través de la violencia y la intimidación ha probado, una vez más, ser inútil; incluso contraproducente. En menos de cinco horas desde el incidente, más de dos millones de personas alrededor del mundo habían mostrado su solidaridad con el semanario francés a través del hashtag #JeSuisCharlie –yo soy Charlie–, desafiando así el dictamen de estándares fundamentalistas en las sociedades democráticas. Para estos casos, la libertad de expresión parece funcionar de forma similar a la Hidra de Lerna, aquel monstruo de la mitología griega que por cada cabeza que le era amputada regeneraba dos. Igualmente, este intento por censurar la libertad de expresión ha terminado por reforzarla.
Sin embargo, ahora existe el riesgo de caer en el otro extremo: en la condena del Islam como religión, la confusión de los musulmanes con los fundamentalistas y la instigación de sentimientos xenofóbicos (que ya vienen en aumento en Francia en los últimos años). La lideresa del partido nacionalista, Marine Le Pen, ya ha dado un paso en esa dirección al expresar su “preocupación” por la “infiltración” del Islam radical en Francia y muchos musulmanes franceses han expresado su miedo a represalias. Incluso se creó el hashtag #JeSuisAhmed, en honor a uno de los policías, también musulmán, asesinado en el ataque.
Hoy, más que nunca, deberían estar vigentes esos tres principios bajo los cuales Francia fundó su república.