ENCÍCLICA LAUDATO SI’. “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta…”, cantaba san Francisco de Asís, quizás uno de los primeros ecologista de la historia. Este cántico es el inicio de la encíclica “Laudato si’”, la primera escrita íntegramente por el papa Francisco y dedicada a llamar la atención sobre el calentamiento global, una amenaza a la que países como el Perú son altamente vulnerables.
Las encíclicas solían ser tratados doctrinales que servían como guía espiritual para los católicos. Las cosas de la fe no tenían espacio en la prensa de economía y negocios, pero Francisco ha demostrado que los asuntos terrenales también pueden formar parte del discurso de un líder religioso. Y además de sus muestras de humildad y compasión, que son apreciadas por la mayoría, es especialista en generar debate.
Creemos que su encíclica, más que predecir un mundo al borde del apocalipsis por causa del maltrato al que estamos sometiendo a la Tierra, constituye un “jalón de orejas”, una crítica a la forma en que se ha entendido el crecimiento económico, que no siempre toma en cuenta las consecuencias ambientales. El mercado no resuelve todos los problemas, lo cual no quiere decir que deba ser reemplazado por alternativas intervencionistas, pero sí es necesario corregir los modelos que no respetan el medio ambiente.
Es que sí es posible actuar de manera distinta, por ejemplo, en la explotación de recursos naturales y en reducir al mínimo el impacto sobre los ecosistemas que generan las actividades productivas. Afortunadamente, un buen número de países ha comenzado a actuar y a emitir legislaciones medioambientales. El Perú se ubica dentro de ese grupo, aunque todavía no llegamos a entender que la producción ilegal e informal –que no respeta las reglas– es la que contamina y depreda a gran escala.
El prestigio del Papa explica la repercusión que está teniendo su encíclica, que no está dirigida únicamente a su grey. Por ello, recomendamos leerla –más que un texto eclesial, parece un ensayo bien sustentado–. No es necesario ser católico para compartir la preocupación de Francisco por la Tierra.