RECONSTRUCCIÓN. En vista de que los peruanos solemos confundir la planificación urbana con la construcción de obras, creemos que la disponibilidad de fondos públicos es suficiente para reconstruirlas cuando son destruidas por huaicos, inundaciones o terremotos. Pero el mayor reto no es el presupuestario sino la gestión de ese dinero, es decir, saber gastarlo eficientemente. Para ello, es necesario planificar e incluir en esa tarea un concepto que para muchos sigue siendo desconocido: la prevención.
Las ciudades afectadas por las lluvias (Lima, Piura, Trujillo, Arequipa), que figuran entre las más grandes y “modernas” del país, han sido presa fácil de las fuerzas de la naturaleza, principalmente porque no cuentan con sistemas de drenaje ni protección ribereña. Es por ello que la reconstrucción tendrá que tener en cuenta, como punto primordial, la inversión en ese tipo de infraestructura.
Otro aspecto esencial será el respeto de la ley. La mayor parte de afectados vivía en zonas de alto riesgo, pese a que las normas lo prohíben. Un decreto de urgencia emitido la semana pasada, dispone la reubicación de las familias que habitaban en esos lugares, pero para eliminar este problema desde la raíz, las autoridades tendrán que combatir el tráfico de tierras. La única forma de evitar que el próximo Niño genere tantos damnificados es dejar de construir viviendas en las rutas de los huaicos y desbordes.
Además, se tendrá que actualizar y poner en marcha los planes de desarrollo urbano. Arequipa, Piura y Trujillo los tienen, aunque están orientados a aspectos como zonificación urbana y obvian otros como prevención ante desastres. En el caso de Lima, existe uno que fue propuesto por la gestión anterior y ha sido encarpetado por la actual.
El Ministerio de Vivienda ha priorizado 46 ciudades para la formulación de planes urbanos al 2018, lo cual es un buen comienzo. Pero la tarea de ponerlos en marcha corresponde a los municipios y gobiernos regionales, con el apoyo del Ejecutivo en la coordinación. Lo mismo deberá ocurrir con la reconstrucción, pues con tantas zonas afectadas harían falta cientos de ministros para diseñar y supervisar todo lo que tiene que hacerse, empezando, insistimos, con las labores de prevención.