Balance. Peruanos Por el Kambio (PPK), el partido de Pedro Pablo Kuczynski (también PPK), no supo interpretar los resultados de la primera vuelta del 2011 –en la que quedó en tercer lugar–. Y ahora tiene menos de dos meses para recuperar el tiempo perdido y relanzar la imagen de su líder como un tecnócrata preparado y con experiencia suficiente para afinar el modelo económico y extender sus beneficios a los millones de peruanos que viven al margen del crecimiento y la modernidad.
En las últimas semanas de la campaña por la primera vuelta, PPK se esmeró en captar esos votos de la manera “tradicional”, es decir, con propuestas de corte populista como la creación de bancos de fomento o de nuevos ministerios (para los jóvenes, para las “regiones”) –lo que significaría un incremento de la burocracia–. Hay que tener mucho cuidado, pues la población no permitirá que olvide sus promesas, como sucedió con el presidente Ollanta Humala, que en el fragor electoral lanzó la falsa disyuntiva: ¿el oro o el agua?.
PPK también tendrá que hacer de equilibrista: para ganar votos deberá renegar de su apoyo a la candidatura de Keiko Fujimori en la segunda vuelta del 2011; es cierto que el peligro que veía en Humala era mayor, pero se excedió en su entusiasmo. Al mismo tiempo, tendrá que hacerlo con cautela, pues de llegar a la presidencia, lidiará con una mayoría fujimorista en el Congreso y lo peor que podría hacer sería sembrar encono en quienes tendrán la sartén por el mango en materia legislativa.
Además de corregir lo malo de su campaña –notamos que ya no se exalta–, si potencia lo bueno reforzará su imagen de seriedad. Por ejemplo, ha hecho un esfuerzo por tener un equipo para gobernar, lo cual no se vio en los otros candidatos, y suele aparecer rodeado de sus colaboradores. Si consigue “aterrizar” sus propuestas, no sería necesario que tenga que ofrecer imposibles para atraer votantes.
El candidato no tendrá que distanciarse de declaraciones polémicas de sus partidarios, porque hasta ahora no las hay, pero sí haría bien en hacer entender a un grupo de sus simpatizantes que en el Perú no solo votan los comensales, sino también los mozos. PPK pasó su infancia entre personas marginadas por la sociedad, así que sabe muy bien cómo se siente.