Editorial: Las rutas a la formalidad

“Trabajo decente de ninguna manera puede ser sinónimo de estabilidad laboral absoluta”.

EMPLEO. Desde el inicio de la campaña electoral uno de los temas centrales del actual Gobierno fue la formalización de la economía, la cual, según explicaban, se haría a través de diversos mecanismos. La semana pasada la publicación de la norma de simplificación administrativa nos mostró cómo la eliminación de trámites podía servir para ayudar al sector laboral.

Así, las empresas ya no tendrán la obligación de registrar los contratos de trabajo a plazo fijo, ni los de modalidades formativas (pero sí deben contar con dicho documento bien fundamentado), también se han reducido los requisitos para la aprobación de los contratos de trabajadores extranjeros y ahora podrán suscribir convenios de Capacitación Laboral Juvenil y de Actualización para la Reinserción Laboral sin que previamente tuvieran que haber presentado al ministerio un plan anual al respecto.

Estas medidas, que implican en la práctica un ahorro de costos para las empresas, son una forma de incentivo para la formalidad laboral. En la misma línea el ministro de Trabajo ya ha anunciado que buscará hacer más expeditiva la contratación de trabajadores a tiempo parcial y a plazo fijo con la finalidad de impulsar su utilización y a través de ello reducir la informalidad. Así como modificar el nivel de obligatoriedad respecto a la regulación de seguridad y salud en el trabajo.

Sin embargo, existen quienes prefieren ver el vaso medio vacío, como la CGTP que considera que estas acciones atentan contra una política de respeto y fomento del trabajo decente, las remuneraciones justas y la libertad sindical, cuando la realidad es que todas estas modalidades de contratación son una forma de acercar a los trabajadores a la formalidad y al trabajo decente.

El Gobierno está buscando a través de la simplificación y la aplicación de leyes ya existentes avanzar en la reforma laboral tan necesaria para el país —como bien ha recordado el vicepresidente de Moody’s—, y si bien es indispensable que estas medidas vayan acompañadas de la necesaria fiscalización para evitar la existencia de abusos por parte de malos empresarios, es fundamental tener claro que trabajo decente de ninguna manera puede ser sinónimo de estabilidad laboral absoluta.

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