Editorial: Serenidad, Perú

Editorial de Gestión. “El largo plazo está marcado por la falta de políticas que logren convertir la reactivación del PBI en crecimiento”

REACTIVACIÓN. Los pronosticos de crecimiento del sector privado comienzan a crecer, el optimismo está retornando, y luego de seis meses, de nuevo prevalece entre los consumidores. El movimiento de clientes en las tiendas de centros comerciales está en aumento. Poco a poco, la recuperación del sector no primario de la economía –liderado por la construcción– está comenzando a sentirse en la población. Pero como los peruanos solemos pasar del desconsuelo extremo a la euforia desmedida (y viceversa) en un abrir y cerrar de ojos, creemos que es momento de pedir calma y actuar con prudencia.

Es que no estamos tan bien como para cantar victoria. Y este mensaje no solo tiene que calar en el público, sino principalmente en el Gobierno. Por suerte, la ministra de Economía, Claudia Cooper, está aplicando un estilo de comunicación mesurado, muy distante del que se veía hace unos meses en el MEF, y esperamos que lo mantenga. Quien sí nos preocupa es el presidente Pedro Pablo Kuczynski, que se ha acostumbrado a hacer declaraciones poco identificables con la realidad.

Si bien el panorama de corto plazo es positivo, el de largo plazo está marcado por la falta de políticas que logren convertir la reactivación del PBI en crecimiento sostenido y desarrollo económico y, sobre todo, social. El Perú ha disfrutado de muchos periodos de expansión que no se tradujeron en progreso duradero. El último de ellos fue el boom de los commodities (2000-2014) y una prueba de que la bonanza no fue aprovechada para aplicar reformas estructurales es la constante caída del Perú en los rankings de competitividad.

Es el caso del ranking Doing Business del Banco Mundial, que mide el clima de negocios, en el que nuestro país retrocedió por cuarto año seguido (el primer lugar lo ostenta Nueva Zelanda). Los factores son harto conocidos porque se repiten año tras año –dificultades para pagar impuestos, para formar empresas y para exportar, entre otras–, pues no se ha hecho casi nada para abordarlos. Por ende, el Gobierno cometerá un grave error si se duerme en sus laureles del corto plazo y desiste de aplicar los cambios (¿kambios?) que tiene en mente, y muchos más que son necesarios para convertir al país en una verdadera economía de mercado.

Es cierto que se enfrentará al obstruccionismo del Congreso, que le dará largas a la aprobación de los proyectos de ley ya presentados –y los que se presentarán–, pero nadie dijo que iba a ser fácil. Y aunque no ha sabido aprovechar las varias “lunas de miel” que la coyuntura le ha ofrecido, queremos pensar que el gobierno de PPK todavía está a tiempo para actuar con un horizonte de largo plazo.

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