Editorial: El talismán

“El riesgo de prometer tanto, porque el dinero no sobra, es que los votantes terminarán, una vez más, desilusionados de sus gobernantes.

MINERÍA. El PBI del Perú puede ser el de mayor crecimiento en América Latina este y el próximo año (4% y 4.6%, respectivamente), según últimas proyecciones internacionales. Y la actividad que liderará esa expansión será la minería metálica. Pero en medio de una campaña electoral donde la ficción atrae más votos que la realidad, a ningún candidato se le ocurriría resaltar los poderes de los minerales para ahuyentar males económicos como el enfriamiento o, peor, la recesión, el déficit comercial y las mermas en la recaudación tributaria.

Según el Reporte de Inflación del BCR, la minería metálica crecerá 17% este año, más del doble que electricidad y agua, y cuatro veces más que comercio y servicios. Lo notorio es que ese impulso se deberá al inicio de un puñado de proyectos cupríferos (Las Bambas y la ampliación de Cerro Verde, por ejemplo), pues muchos otros se paralizaron por la caída de los precios internacionales y, también, por el débil papel de este Gobierno en contrarrestar la percepción desfavorable que tuvieron (tienen) poblaciones donde se ubican proyectos importantes.

¿Qué hacer para volver a atraer la inversión minera? De esto no hablan los candidatos, pero imaginamos que quien asuma el Gobierno tendrá que prestarles atención a estos tres puntos: que el Perú es competitivo en costos de producción, que es un país que promueve la inversión privada con un marco jurídico estable y, en el ámbito interno, que la minería moderna no impide la diversificación productiva ni tiene por qué depredar recursos. El declive de los precios no durará para siempre, de modo que hay que estar preparados para cuando el próximo ciclo al alza comience.

Lamentablemente, entre los ofrecimientos fantasiosos y los insultos, de la minería solo se habla cuando se necesita ser “regalón”. La Navidad adelantada incluye convertir a las comunidades en accionistas, entregarles los recursos del canon para que los administren directamente y hasta volver a fojas cero en el proceso de formalización de los mineros ilegales e informales.

El riesgo de prometer tanto –porque el dinero no sobra– es que los votantes terminarán, una vez más, desilusionados de sus gobernantes y la minería formal será nuevamente la que cargará con las culpas.

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